Dedicado a YOLANDA-yoria, que tenía ganas de leer una carta cada día de la semana
Buen desayuno el de hoy, señor, con terracita escondida, oyendo pasar procesiones, que ya estamos a jueves, perdón, a Jueves Santo, y éste va con mayúsculas. Las procesiones las oía de muy lejos, las acompañaba de rollos y fotos, para mojar en un café que no me he tomado, entre otras cosas porque casi nunca desayuno café (ya sabe usted que lo mío es más el té, uno de esos defectillos que una tiene, muy asumido además, y por tanto irrenunciable, intransferible, y no sé qué otro in) Hoy no he tomado ni siquiera té, porque tampoco tenía tiempo, que es otro ingrediente fundamental en cualquier desayuno, y al final me he quedado solo con los rollos y las fotos.
Salen días anodinos, como hoy, y no hago otra cosa que pensar en ti, como Serrat en aquella canción en la que, por lo visto, no se le ocurría nada, y miraba al techo, y miraba por la ventana, y encendía un cigarrillo por ver si las musas venían, pero no, a las musas no les debía gustar el humo. O sí, porque al final no le quedó mal la canción, aunque vete a saber si era por el humo o que estaban de vacaciones, que también lo dice en la canción.
Ayer miércoles comí con Laura y sus amigas de promoción, una banda de chicas simpáticas, que hablan demasiado de su trabajo, se nota que son recién llegadas a la empresa y aún andan con la emoción de la novedad. Yo, tras casi cuatro años, no voy a decirle que me falta ilusión, pero un poco más de emoción sí le echaría al asunto. Voy a ver dónde venden, y si no encuentro le llamo (creo que no le he contado que Laura estuvo a mi cargo cuando llegó a la empresa, ahora ya no, porque cambié de departamento, y que ya entonces y ahora, de vez en cuando quedamos para comer y que me cuente sus cuitas en el trabajo, más ella a mí que yo a ella, pero está muy bien así)
Besos en este Jueves Santo raro, con procesiones a distancia, porque aquí no tienen costumbre, dicen, eso es más de otras zonas del país, pero alguna seguro que hay, aunque vete tú a buscarla con la que estaba cayendo (bueno, no tanto)
P.D. El otro día me equivoqué en parte: al limonero le dejé dos limones, que me daba pena que quedara tan vacío. El día que ya no pueda más, le pido que venga usté a quitárselos, porque yo no puedo, sería como arrancarle el alma que a veces me parece que tiene.
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