TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / maguss / Reyes de la tierra

[C:337359]

En 1920 un explorador que luchó toda su vida por hacer creíble un descubrimiento asombros, murió de una terrible enfermedad pero con una gran sonrisa en su rostro, su nombre era Luis Piño, y se le consideró un auténtico lunático por exponer ante el presidente del país este hallazgo con indescriptible fervor, haciendo que algunos creyeran que lo poseía algún ser demoníaco pero que otros lo inmortalizaran como un hombre que predicó la esperanza eterna, por esto, su funeral en vez de ser un evento satán izado como lo planeaba el gobierno, fue toda una ceremonia de redención y fe. Sus seguidores amotinaron el centro de la ciudad en una marcha a su memoria cantando frases de su discurso frente al presidente con hermosas notas y con velas apagadas simbolizando la perdida de un nuevo Mesías. Este suceso fue borrado de la memoria de los mexicanos durante muchos años, el gobierno miró este acto como algo peligroso y eliminó todas las pruebas que pudieran recordar el hallazgo de Luis Piño ese 12 de junio de 1920 para siempre. Sin embargo 100 años después, luego de hacer trabajos de investigación para el gobierno, en un archivero antiquísimo, encontré un documento que convertía la ficción en una realidad asombrosa.

CAPÍTULO I
Desde muy joven mostré mucho interés por la historia, me expulsaron de varias escuelas por “Falta de interés a la diversidad académica” termino demasiado rebuscado, difícil de entender hasta para mis padres; en matemáticas, física, química, etcétera, mis notas eran las peores del continente, sin embargo, en la clase de historia dejaba ver en mi a un erudito fuera de serie, devoraba todos los libros que me eran posibles de esta rama, desde los poemas que retrataban la Grecia antigua de Safo hasta la post modernidad de José Agustín; deseaba entender el pasado para afrontar el futuro como un hombre invensible evitando a toda costa los errores que a las sociedades habían destruido.
Mi padre fue un funcionario muy respetado y mi madre una psicóloga reconocida internacionalmente, mi relación con ambos fue muy distinta, mi padre quería que siguiera sus pasos en la política argumentando que las puertas las tenía abiertas y que podía ganar mucho dinero y mi madre me alentaba a buscar la felicidad mediante mi precoz interés por la historia.
Varios años después con un título de historiador, quise satisfacer a mi padre involucrándome en los quehaceres políticos y gracias a sus influencias, trabajé en los archivos de la presidencia, en realidad no me alejé de la historia, por eso no desaprobé el trabajo y la paga era en realidad muy buena, sin embargo, eso hizo que poco a poco mi objetivo, por el que siempre luché se desvaneciera sutilmente, me estaba convirtiendo en algo que toda mi vida aborrecí.
Fue un 10 de mayo que un giro inesperado cambió mi historia para siempre; llegué al archivero como era costumbre, la misma rutina hasta ese momento no hacía la mañana nada especial, me senté en el viejo escritorio, saqué una revista, en fin, nada inusual, entonces uno de mis supervisores entró apresurado, como si nadie existiera a su derredor, le pregunté si se le ofrecía algo pero no respondió nada, empezó a buscar unos papeles tirando los que no le servían, un momento muy extraño que rompía la tediosa monotonía, de la misma manera que entró, abandonó el recinto, me molestó el tiradero que había hecho, así que me puse a recogerlo susurrando maldiciones, cuando levantaba los papeles, noté un viejo libro forrado de cuero con inscripciones en tinta roja, fue totalmente extraño, ese libro era diferente, así que lo tomé y lo abrí en la primera hoja “Diario de Luis Piño” se titulaba el libro, la segunda hoja me atrapó, contenía un mapa como de piratas, entonces cambié a la tercera y empecé a leerlo.

19 de agosto de 1880
“Nunca creí en esto de los diarios, no les encontraba sentido hasta hoy. Después de 40 años de vida, pensé que ya nada extraordinario podía pasa, me resigné a no hacer nada aventurado, sin embargo, lo que sucedió me ha traído nuevos bríos, parecerá una locura pero estaba cazando algunos conejos para almorzar y uno de mis disparos errados provocó un grito espantoso e inmediatamente corrí a ver que había sucedido, gran susto me llevé cuando vi a un hombre herido en la pierna, inmediatamente intenté ayudarlo pero el hombre desenvainó una espada, su rostro mostraba un temor indescriptible, le pedí disculpas y le ofrecí ayuda pero el hombre no respondía, entonces de uno de sus bolsillos sacó una piedra verde muy brillante y la enterró en la maleza, pronunció unas palabras que no entendí, un fuerte terremoto comenzó a abrir la tierra, el hombre se tiró al precipicio sin ton ni son, como si ya lo hubiera hecho anteriormente, entonces la tierra se cerró quedando como si nada hubiera pasado. Fue algo mágico, quedé anonadado, espero poder averiguar que fue todo eso, mañana iré al mismo lugar.”
Nada de esto parecía raro para un diario pero ¿qué hacía en los archivos de la presidencia?, eso si era anormal, así que seguí leyendo, no me detuve hasta llegar al mes de septiembre donde todo empezó a parecer más bizarro.

25 de septiembre 1980
“Nadie me creerá, el día de hoy estoy escribiendo desde un mundo paralelo, por fin pasé la frontera de la tierra cuarteada, es increíble, bosques verdes por todos lado, el clima es perfecto, frente a mi a lo lejos puedo ver un castillo de grandes dimensiones, me he ocultado de los nativos que parecen sacados de un cuento fantástico, parece una villa medieval, en cuanto salga se lo diré al presidente y para que me crea tomaré una flor que habla, todo esto parece un sueño pero es real.”

¿El presidente?, ¿qué carajo es esto?, ¿Por qué lo tienen archivado?, todo era muy extraño y empecé a buscar más documentos al respecto, si tenían este libro deberían tener más información sobre Luis Piño, busqué en todos los archiveros por horas, realmente me había atrapado ese documento, de la A a la Z no encontré nada más y eso me hacía buscar con más detalle, necesitaba encontrar algo más, hasta que por fin, en un portafolios muy viejo hallé un montón de hojas viejas y roídas “No somos los únicos” decía la primera frase del documento, tomé asiento y empecé a leer.

Texto agregado el 14-02-2008, y leído por 84 visitantes. (0 votos)


Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]