-Hace unos años una persona muy querida, cuyo padre había fallecido me dijo algo que me estremeció:“Si el espíritu de mi papá advirtiera todo lo que sufro, no tendría paz”. No le respondí nada, sólo me quedé en silencio, pero esas palabras no se me han borrado y me acompañan siempre.
Como todo lo del Creador es perfecto, yo creo en aquello de que éste ha separado e incomunicado los planos de existencia. La comunicación de dichos planos supondría una calamidad para la paz de los espíritus que se han despojado del cuerpo materia y que son sensibilidad pura. En la Historia del rico y pobre Lázaro, Jesús esboza esta separación cuando dice que Abraham, que está en el cielo con el pobre, le dice al rico que esta en el Hades, que Lázaro no puede ir hacia él para consolarlo, pues una gran sima los separa. Hay también una creencia sobre el sentimiento del espíritu en los primeros momentos que siguen a la separación el cuerpo, antes de la elevación definitiva.
Algunos sabios religiosos sostienen que así como el niño llora al salir del vientre materno, así el espíritu esta perturbado ante la nueva situación y puede percibir el estado de animo del entorno. Sin embargo, pasado este primer momento yo creo en la ausencia de percepción por parte de los ausentes, de lo que sucede en nuestro mundo, y ello para bien y paz de los espíritus.
¿Si pudieran percibir nuestro dolor?
¿Le ayudaríamos con ellos a la serenidad que necesita su pura sensibilidad o los mantendríamos en estado de perturbación?
Por eso también creo en que a las personas que han muerto se les debe honrar no con ausencia de duelo, pero sí con recordación serena, con “sentido para la propia vida”. Cuanto más sentido digno tenga nuestra vida, cuanto más amor justo para sí mismo y para los demás prodigue el que queda, más alegría y paz para quien está en el otro plano. En la plegaria con la que los judíos recuerdan a los que parten se dice: “ el que hace la paz en las alturas nos dará la paz a nosotros”. Y la paz en el que queda y en el que ha partido no puede lograrse sino por amor, principio eterno, fundamental base de todo el orden universal. El amor ese amor que no puede ser visto por los ojos del cuerpo, ni entendido por la razón y contra el que no puede la propia muerte; terminaré expresando que: ante la muerte de un ser querido la pena no puede ser evitada porque es una parte de la manifestación de amor, pero debe ser limitada por la esencia de ese mismo amor que manda exaltar al amado no presente mediante el respeto por la propia vida. Y la vida se respeta amándose y amando. Por ultimo diré que la muerte no es tal cosa, sino un viaje hacia un destino en el que todos nos encontraremos finalmente. En eso firmemente creo, sino no soy mas que una ameba conocedora de su propia tragedia y Dios un improvisado y eso es imposible, porque basta para comprobarlo con que observes ahora mismo, todo lo que hay debajo del sol.
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