Hace mucho tiempo que no se de ti, mi estimado amigo.
Tantos años han pasado desde nuestro adiós.
Estos años de separación, me enseñaron muchas cosas. Aprendí a valorar y amar con fervor como nunca lo hice contigo.
Te extraño amigo mío, mi compañero de alma y mi cómplice en el adiós.
Ayer te vi desde hace mucho tiempo y pasaste frente a mis ojos sin notarme. Volviste a mí como un soplo de aire fresco en mi vida.
No supe reaccionar cuando volví a sentir esas mariposas en el estómago como la más enamorada de las quinceañeras.
Me has dejado un tremendo vacio en el corazón. Al principio me rehusé a aceptarlo, no quería reconocer que seguía enamorada de ti como la primera vez.
Si te miro a los ojos veré los destellos de pasión mezclados con tristeza que vi en tus pupilas antes de la partida.
Aún recuerdo esa fría tarde de otoño cuando nos despedimos para que yo partiera a la universidad. Recuerdo claramente nuestra promesa de mantenernos juntos pasara lo que pasara.
Fui cobarde porque preferí romperte el corazón a enamorarme, ¡tenía miedo!, pero la verdad es que te quería demasiado.
Ven pronto, te lo suplico. Ven a encender lo que quedó de nuestro amor.
Jamás será tarde para decirte que te amo y más me arrepiento porque sé que estuviste a mi lado y no te valoré.
Lo siento ahora y mil veces más.
El alma se me despedaza porque sé que estás aquí pero no junto a mí.

Te necesito