El Misterioso Escape...
Por: Nàmus.
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Nàmus.
El todo por el Todo.
La presente historia tiene lugar en un pequeño lugar de Inglaterra en el siglo XVI, en donde era época de reyes, barbaries y luchas por el poder sobre el dominio de las demás criaturas y las tierras. Isababelle era la única hija del rey, quien estaba destinada a casarse con el príncipe de la otra comarca llamado Augustos I. No obstante, Isabelle estaba locamente enamorada de unos de los plebeyos del pueblo, cuyo nombre era Juan. Juan provenía de una familia muy pobre pero humilde y todos los días cuando pasaba por debajo del balcón donde Isabelle se mostraba toda frondosa, él le lanzaba siempre una rosa roja. Isabelle enamorada de Juan y al mismo tiempo, condenada a casarse con Augustos I. Príncipe de la comarca de los Tiotas. Augustos I, no la quería a ella, solo quería casarse con ella por cuestión de honor y dignidad El rey y padre de la hermosa doncella, se llamaba Falco. Este había quedado viudo desde que Isabelle era recién nacida; puesto a que la madre de Isabelle, murió dando a luz a su pequeña. Una de las criadas del rey, se hizo cargo de la pequeña Isabelle. Cierto día, cuando el rey entró de repente a la habitación de su hija, la bella doncella Isabelle; encontró una carta en la cama y todo un arreglo floral de puras rosas rojas. El rey perplejo, había pensado que ese gesto para con su hija había sido Augustos I; pero al darse cuenta que no había sido él, mandó a llamar a sus súbditos a que investigara quien era entonces, el responsable de semejante burla y descaro. Al principio, el rey quería hablar con su doncella Isabelle acerca del responsable; pero ella se negaba a cooperar con él; entonces el rey le impuso un castigo severo y la mandó a su dormitorio castigada. Isabelle lloraba inconsolablemente y pedía a las estrellas del cielo que nunca lo alcanzaran, que nunca lo encontraran. El rey decretó que una vez encontrado el responsable, pagaría con torturas de 10 latigazos por la espalda; debido a la falta de respeto para con su hija la doncella Isabelle y mujer comprometida en matrimonio con Augustos I. Los súbditos del rey comenzaron a buscar al forastero por todo el pueblo.
Al principio, los súbditos del rey, no sabían como iban a buscar a alguien a quien nunca habían visto. No sabían a quien preguntar y como preguntar. Sin embargo, el capricho del rey los había envuelto en dicha circunstancia. La única que sabia como era la persona a quien estaban por buscar, era Isabelle y ella nunca les diría a ellos sobre él; para que no lo fueran a encontrar y entregar a manos del malvado padre. Comenzaron por interrogar a la señora de la frutería; pero ella no sabia de que le estaban hablando (a decir verdad, nadie iba a decir nada sobre él; puesto a que lo iban a proteger). Continuaron su búsqueda; pero todo fue en vano. No había rastros de él por ninguna parte. Regresaron esa noche al gran castillo del rey, sin novedad alguna. El rey estaba furioso y les envió nuevamente a su búsqueda, al día siguiente. El rey les dijo: -- Busquen por todo lugar alguno. Busquen en la floristería, campos de flores; puesto a que él sabia que al forastero le gustaban las rosas. Así nuevamente, emprendieron los súbditos la travesía de buscar al forajido. Al salir del castillo, los súbditos notaron la aproximación de un joven al balcón de la doncella. Isabelle le gritaba al joven desde arriba: que huyera lejos; puesto a que los emisarios de su padre lo buscaban para aprenderlo. El joven inocente de todo aquello, no entendía lo que la doncella quería decirle. Al rato, el joven sintió como se aproximaban hacia él, 8 caballeros de buenas vestiduras y echó a correr de miedo. Corrió y se metió entre unos matorrales para confundirlos y lo logró por el momento. Se agachó y aguardó hasta que los caballeros se hubieran retirado. Se levantó y salió corriendo hacia el centro del pueblo; y se escondió en la pulpería de una viejecilla. Déjeme estar aquí, me están buscando y no sé por qué
Dijo el joven a la viejecilla, con voz angustiosa.
Ya todo el pueblo sabía que el rey buscaba al pobre de Juan para castigarle, por los amores con su pequeña, la doncella Isabelle. (Y después de todo, ¿Qué es lo que el pueblo no sabe, si todo lo averiguan?). La viejecilla le había informado al joven, que el rey lo buscaba junto con sus emisarios para encarcelarlo y castigarle, por los amoríos secretos que tenia él con la doncella Isabelle. No te puedo aguardar aquí por mucho muchacho; pero puedes pasar esta noche acá si quieres y al amanecer, debes huir a las afueras del pueblo, dijo la viejecilla con voz pausada y calmada. Al amanecer, el joven Juan emprendió su trayecto hacia las afueras del pueblo.
Los súbditos del rey encontraron al joven, en las afueras del pueblo; ya ellos, temían que él, escaparía a las afueras del pueblo y allí lo estaban esperando. Dos de los emisarios del rey (ellos estaban divididos de dos en dos para así, facilitar la búsqueda del forajido), tomaron al joven por los brazos, lo esposaron y lo amarraron junto a un árbol; mientras ellos decidieron ir a comer; puesto a que estaban hambrientos. Al regresar de su merienda, notaron que el joven fugitivo había escapado; dejando las esposas y las cuerdas en el suelo. Por el Gran Houdini, se nos ha escapado!, así dijo uno de los emisarios del rey. ¿Que es lo que le diremos al rey?, --Nada, le diremos que todavía no lo hemos encontrado!, contestó el otro emisario.
Decidieron entonces, seguirlo hasta las montañas y allí nuevamente lo habrían de capturar. Esta vez, encerraron al joven en una habitación de una cabaña que había allí cerca. Lo amarraron doblemente, lo volvieron a esposar y lo lanzaron dentro de la habitación de la cabaña; --Dormirás aquí esta noche hasta que te llevemos mañana donde el rey, ah, y no trates de escapar esta vez o de lo contrario, tendremos que matarte!, dijo uno de los emisarios del rey. Al otro día cuando fueron a buscarlo, el joven Houdini, había escapado nuevamente, dejando las sogas y las esposas arrojadas en el suelo. Había escapado por una pequeña y fina ventana que tenía la cabaña. Los emisarios se miraron a las caras unos a otros; comentando uno de ellos: Este joven es brillante!, es la reencarnación de Houdini!, se nos ha escapado dos veces ya!, ¿Cómo habría hecho este joven para haber salido por esa pequeña ventana, si apenas cabe un conejo por la abertura?, se pregunto uno de los emisarios. Cuando el rey se entere, vamos a estar muertos!, dijo el otro de los emisarios.
Decidieron irlo a buscar por todo lo ancho y largo del bosque. Después de tanta búsqueda, lograron capturarlo nuevamente. El se encontraba internado en el bosque, escondido entre ramas que caían de un inmenso árbol, que a su vez formaba como una especie de pequeña cueva. Lo capturaron esta vez, y lo llevaron donde el rey directamente. Estando todos dentro del castillo, Isabelle lo vio y corrió llorando hacia su habitación. Decidieron encerrarlo en una celda sin ventanas, las paredes eran de piedras, no había posibilidad alguna de escapar esta vez. En los dominios del castillo, no había posibilidad alguna de escape. Isabelle en su habitación, volvió a pedirle a las estrellas de los cielos que lo guiaran y cuidaran. Amarraron nuevamente al chico, le colocaron doble esposas y lo lanzaron dentro de la celda que solamente tenia un pequeño cuadro, que colgaba en uno de los muros de la pared, también había un barra pequeña de hierro fina. Los súbditos estaban casi seguros que el joven Houdini no escaparía esta vez; puesto a que no había manera de escape alguna allí. Fueron donde el rey, para comunicarle que el joven fugitivo y responsable de sus dolores de cabezas, ya había sido encontrado y que aguardaba en la celda de castigos .Cuando el rey se disponía a ir a verlo, al tratar de entrar y abrir la puerta de la celda, se encontraba cerrada desde adentro; estaba trabada. Algo la apresaba y no la dejaba abrir. Los emisarios comenzaron a empujar la puerta, una y otra vez con mayor fuerza; hasta lograr abrirla. Cuando abrieron la puerta, el garrote de hierro estaba doblado y tirado en el suelo. El chico lo había usado para trabar la puerta. Para sorpresa de todos, el joven no estaba en la celda. El rey dijo con voz enfurecida: -- ¿Creen que se van a burlar de mí?, ¡Encuéntrelo y tráiganlo acá ò los castigare implacablemente hasta morir!. Los súbditos estaban atónitos, no podían creer como había hecho esta vez el chico para escapar. Todos miraban fríos la celda vacía; al mismo tiempo que se preguntaban acerca de la suerte del muchacho. No había dejado rastro alguno. Simplemente se había esfumado ante todos allí; dejándolos en ridículo frente al rey.
Uno de los emisarios del rey, se acerco a contemplar el cuadro que se situaba colgado en una de las rocas que conformaban la pared. El cuadro estaba doblado hacia la derecha. El miraba y volvía a ver el cuadro; mientras trataba de enderezarlo. En el cuadro, se podía ver el paisaje de una casita campestre y humilde, una colina a la lejanía, un río y un puente colgante de madera; en donde se podía ver claramente la silueta ò sombra de alguien (quien antes no estaba allí), que saludaba ò se despedía; hacia el lado de afuera del cuadro. El emisario perplejo por lo que había visto, se dijo para si mismo: --Por todos los Dioses del Olimpo!, esto no puede estar sucediendo!, No puede ser él, el pequeño Houdini quien se ha escapado a través del cuadro. Al rato se acercaron los otros emisarios hacia donde se encontraba el emisario que estaba viendo el cuadro. Notando el asombro que tenia, decidieron ver al cuadro con atención; cuando alzaron sus vistas hacia el cuadro; ya no había nadie en el puente. La silueta y/o imagen de la persona, había desaparecido. Perplejos todos, preguntaron al emisario que no dejaba de ver al cuadro: ¿Por qué no dejaba de mirar ese cuadro?; él sonrió entusiasmado, enorgullecido y lleno de felicidad, diciéndoles a todos los presentes: -- ¡No se molesten en buscar al pequeño Houdini!; ¡él ya, se encuentra en casa!
Nàmus
Nothing is Impossible.
La locura no la cura ni siquiera yendo al cura; procura pronto la cura de tu propia Locura. Nàmus.
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