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Existía en tierra de nadie un jardín al que llamaban de los deseos. El jardín de los deseos era el más hermoso que había en toda la tierra, lleno de gran cantidad de flores de todo tipo y colores, inmensos árboles con frondosas ramas que producían una agradable sombra para sentarse en ella, por el jardín corría un precioso río de agua fresca y clara en el que nadaban preciosos peces de colores, y que desembocaba en un espectacular lago repleto de patos silvestres y hermosos cisnes blancos.
El jardín de los deseos lo llamaban así porque circulaba una leyenda que decía que todas las cosas bellas que había en el, eran gracias a la generosidad de siete niños.
Los 7 niños, que eran todos primos, estaban de excursión, y caminando caminando llegaron a un jardín seco y abandonado en el que se encontraba una joven muy triste. Los niños le preguntaron el motivo de su tristeza, y la joven les contó que el motivo era que en el jardín donde vivía ya no había flores, ni árboles, ni agua y todos los animalitos se habían marchado porque se había convertido en un lugar triste y oscuro, y todo por culpa del dragón de la cueva que se comía y bebía todo lo que encontraba a su paso, árboles, flores, peces y había convertido el jardín en un lugar feo y sucio.
Ignacio, que era el mayor de los niños, le contó que estaban de excursión y que como estaba anocheciendo necesitaban un lugar donde pasar la noche. Idaira, que así se llamaba la joven, les dijo que en el jardín existía una pequeña cabaña de madera donde podrían dormir todos, y estarían más resguardados del frío de la noche.
Cuando llegaron a la cabaña, Idaira les preparó algo para cenar e inmediatamente se acostaron para poder levantarse temprano. Pero los dos Ignacios, Gonzalo, Alvaro y la prima Blanca, que eran los mayores no podían dormir después de haber escuchado a Idaira contar la historia del dragón. Como estaban muy inquietos no pararon de hablar toda la noche, imaginando cómo sería el dragón.

- Seguro que está muy gordo porque se lo come todo- decía Blanca.
- Pero los dragones tienen un cuerpo muy grande así que necesitan comer mucho- respondió Ignacio.
- ¿habéis visto alguna vez un dragón de verdad? – preguntó Gonzalo.
- No, nunca – respondieron todos.
- Yo vi uno una vez – dijo Alvarito – pero pasó volando muy rápido por encima de la casa y no pude verlo bien.
- Anda ya – contestó Ignacio su hermano – si eso no era un dragón, era el parapente de papá.
- Aahhh, pues parecía un dragón gigantesco porque además hacía un ruido así , ggggrrrrrrrr – dijo Alvaro.
-
Y todos rieron a carcajadas.

- Mañana podríamos ir a investigar donde vive el dragón para saber como es – propuso Ignacio.
- Vale, vale – contestaron todos entusiasmados.

Enseguida se quedaron todos dormidos, soñando cada uno cómo sería su encuentro con el dragón al día siguiente.
La primera que se despertó fue Blanca, e inmediatamente despertó a todos los demás. Idaira les había preparado un suculento desayuno con tostadas, zumo de naranja, leche y unos riquísimos bizcochos rellenos de chocolate.
Blanca ayudó a vestir a Valentina que era la más pequeñita, porque Angelita no había podido ir la excursión, porque aún era muy pequeña y no sabía andar, así que se había quedado con su mamá.
Fernandito y Alvaro fueron los primero en terminar de desayunar, y estaban dispuestos y preparados para ir en busca del dragón.

- Daos prisa, no debemos perder mas tiempo, que esta misma tarde se acaba la excursión y ya no podremos ir a buscar al dragón – gritaba Alvaro.

Los dos Ignacios decidieron que ellos serían los jefes de la expedición y que todos los demás tendrían que obedecerles para que nadie se perdiera. Todos estuvieron de acuerdo porque eran los dos más mayores.
Idaira los condujo hacia la cueva del dragón entregándoles una linterna porque el interior de la cueva estaba muy oscura y podían tropezar.
Poco a poco fueron entrando todos en la cueva y empezaron a recorrer pasadizos de piedra hasta que llegaron a otra gran cueva.

- Ohhhhh – gritaron todos sorprendidos.
- Ahí está el dragón – gritó Valentina – y está muy gordo.
- Claro, si no para de comer – respondió Ignacio.

El dragón al escuchar las voces de los niños, se despertó, pero en lugar de rugir e intentar cazarlos, resopló y se quedó tumbado.
De pronto, Blanca, se fue acercando despacio, observando detenidamente las facciones del dragón.

- Pero si no es un dragón, es una dragona. ¿Veis que tiene las pestañas muy largas, y los labios pintados? – dijo sorprendida.
- Siiiiiiii, es verdad – respondieron todos.
-
La dragona, viendo que los niños no paraban de hablar, les preguntó.

- ¿Qué hacéis aquí? ¿No veis que estoy intentando descansar?
- Nos ha contado la joven Idaira , que tu eres la que te comes todas las flores, los peces y te bebes el agua del jardín – dijo Ignacio.
- Si, es que tengo mucha hambre- les dijo la dragona.
- Pues que sepas que te estás poniendo muy gorda de tanto comer – dijo Blanca que era muy coqueta.
- No, no estoy gorda de comer, es que voy a tener un bebé, y por eso tengo la barriga tan gorda – explicó la dragona.
- Anda, igual que mamá, cuando tenía a Angelita dentro – dijeron Ignacio y Alvaro al unísono.
- Si, cuando se va a tener un bebé, se pone la barriga muy gorda y te entra mucha hambre, por eso me voy al jardín a comerme todo lo que encuentro.
- ¿Y ahora que hacemos? – preguntó Ignacio a sus primos – no podemos decirle a la dragona que no coma porque tiene que alimentarse para que su bebé crezca sano y fuerte.
- Volvamos a la casita para contarle a Idaira lo que hemos descubierto – propuso Gonzalo.

La dragona, les estaba muy agradecida por no haber intentado cazarla porque todo el que la veía intentaba hacerle daño y encerrarla en una jaula para llevarla a un zoologico.

- Tomad, como agradecimiento os daré este hueso mágico, perteneció a uno de mis antepasados que era un dragón Mago. Podéis pedir cada uno un deseo y se os concederá.

Los niños le dieron las gracias y salieron de la cueva.
Mientras iban caminando hacia la casita del jardín, cada uno pensaba ilusionado en el deseo que pediría.

- Tengo una idea – gritó Ignacio de repente- volvamos corriendo porque creo que tengo la solución al problema del jardín de Idaira.

Cuando llegaron a la casita, le contaron a Idaira todo lo que había ocurrido.

- Pobrecita – se compadeció Idaira – por eso tenía tanta hambre. Pues me temo que este jardín siempre se va a quedar así, porque cuando nazca el bebe dragón también vendrá a comer aquí.
- Pero yo tengo la solución – dijo triunfante Ignacio.
- ¿Cuál? – preguntaron todos al unísono.
- Vamos a pedir todos el deseo que nos ha sido concedido, y yo voy a empezar pidiendo que : “Crezcan árboles mágicos en el jardín y que si alguien los estropea o se los come vuelvan a crecer al instante y así eternamente”- dijo triunfante.

Todos los primos se quedaron sorprendidos con su deseo, y pensaron que era una gran idea.

- Pues yo deseo que “Crezcan flores mágicas de todos los tipos y colores y que si alguien las estropea, las pisotea o se las come, vuelvan también a crecer al instante y así para siempre” – continuó deseando su primo Ignacio.
- Y yo deseo que “ Corra un río de agua fresca y clara y que nunca jamás se acabe aunque beban mucho de el” – dijo Blanca.

Ahora tu Gonzalo, dijo Idaira.

- Yo deseo “que haya muchos peces de colores en el río, y que si alguien los pesca, vuelvan a nacer y crecer muchos más y nunca se acaben.
- Me toca a mi, me toca a mi – dijo Alvaro ilusionado – yo quiero que haya un hermoso lago de agua cristalina, y que nunca jamás se seque, aunque no llueva.
- Yo quiero que en el lago haya muchos patos silvestres y cisnes blancos, y que si alguien los caza, que vuelvan a nacer muchos más y que nunca desaparezcan – dijo entusiasmado Fernandito al que le gustaban mucho los animales.
-
Idaira miró a Valentina, que pensaba y pensaba cual podría ser su deseo porque al jardín ya no le faltaba nada para ser hermoso.

- Quiero que este jardín y su cabaña existan para siempre, para que todos los primos podamos venir aquí de excursión todos los años para visitar a Idaira y a la dragona y su bebé.
- ¡¡¡ Bien, bien!!! – gritaron todos contentos.

Idaira les dijo a los niños que habían sido muy generosos porque en lugar de pedir algo para ellos, habían pensado en ella, y la dragona y habían utilizado su deseo para hacer algo bueno por los demás, y como recompensa por su buena acción les regaló a cada uno una bolsa de sugus mágica, que aunque comieras y comieras nunca se acababan.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

Texto agregado el 13-02-2008, y leído por 287 visitantes. (0 votos)


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