Es largo el recorrido del tren de la vida; un solo vagón parando en miles de estaciones y cada una de ellas, dejando una muesca en tu corazón difícil de olvidar. No sabes muy bien cuanto durará ese viaje ni cuántas estaciones tienes que recorrer, ni siquiera te planteas el tiempo que durará ese viaje, solo estás impaciente por partir.
Luego, vas haciendo paradas y visitando lugares. Los recuerdos de las estaciones dejadas atrás te van haciendo sentir añoranzas, es cuanto te empiezas a preguntar si la siguiente estación será la última parada de tu vida.
Es un viaje donde se cumplen todas las expectativas. Amores, dolores, llantos, penas, alegrías; todo un cúmulo de sensaciones que van marcando tu forma de ser, pero casi siempre, hay algo que te obliga a intentar prolongar el viaje una estación más; el amor. A veces, mientras el vagón sigue su camino por vías infinitas, uno se queda pensando en todos los lugares que ha visitado, en muchos momentos te embarga una extraña sensación de que quizá ese vagón no ha salido por la vía correcta, pero ahora, eres incapaz de hacer un cambio de agujas que te lleve por otras vías y otros paisajes. Seguramente es, la vía que el destino había preparado para ti y no es posible el cambio a otras vías.
Cuando partes de la primera estación todo es novedad, todo es colorido y olores, ¡Estás recorriendo la vida! Sólo tienes que mirarte al espejo cuando has visitado cientos de estaciones; apenas te conoces. Ese vagón te ha ido consumiendo lentamente y tú, apenas te has dado cuenta. Los dolores, los sinsabores, las amarguras; te han ido mermando tan espaciosamente que, cuando te percibes de ello, es demasiado tarde.
Dicen que la última estación es la que más intensamente vives, quizá sea cierto. Seguramente porque sabes que el viaje está a punto de acabar y quieres; en una sola estación; condensar todo lo que has sido capaz de dar y no has hecho en las anteriores.
Durante ese viaje, quedan cosas en el tintero. Uno jamás se termina de ir de aquello que ama, siempre queda la esencia y las vías se cruzan en muchos lugares.
No es culpable quien ya no siente Mi vagón, siempre ha estado lleno de sentimientos y jamás ha dejado de sentir, bueno, o malo, pero jamás sin sentimientos.
Todavía quedan algunas estaciones. |