Cuerdas

Junto con Caxi...

Le tengo terror a mis palabras, sus vacíos se allegan en mi alma y la deshace en meras cenizas. Se funde su vapor como las luciérnagas en una noche lluviosa. Las observo desde este estado de hipnosis sin comprender… sin preguntar… sin mojarme. Me mezco en la brisa que me empuja de esta cuerda, pero… ¿Cómo logré subirme? Nadie me habló de alturas, de sueños para alcanzar, de corazones para amar y aun así me tomé de la soga y llegué a lo alto. Persistente en el deseo de bajarme, no soñé, no amé, no aprecié las criaturas que allí arriba existían y que habían tejido aquella soga.
Fue así como cegada por la escrupulosa curiosidad fui deshaciendo hilo por hilo aquella soga que había sido tejida para mi. Fue así como caí al vacío inconcluso de mis sueños y me vi obligada a flotar eternamente entre pesadillas y deseos extraviados, entre la realidad que me ofrecía aquel mundo y mi olvido siempre latente en el cuerpo de mi persona idealizada. Esa que de alguna manera entendió la consigna y procuró tejer su propia soga hacia aquel mundo indescriptible que le prometieron al nacer.
Una mañana de crepúsculo nocturno comenzó la vil tarea de entrelazar aquellos trazos amarrados en mis tobillos, los que no me dejaban caer anteriormente. Los mezclaba, mis lágrimas se aseguraban que éstos no se revelaran contra mis manos, pudiendo así escalar. Escalar infinitamente hacia un cielo inalcanzable, donde las sogas se encaminaban hasta el más profundo mar de putrefacción.