Jacinto salio de su casa, miró su reloj –eran las 2:25pm- y una sonrisa apareció en su rostro, el cielo estaba nublado por donde fuese que miraba y eso le gustó.
La familia de Jacinto era una de las miles de familias pobres del país, sin embargo su madre – que era su padre y madre y abuela y todo a la vez- había trabajado durante años para sacar adelante a sus dos hijos: Jacinto y Catherine. Todo lo que Jacinto conocía de una familia eran su madre y su hermanita, no recordaba haber tenido primos, ni tíos, ni nada; pero igual a él no le importaba nada de eso solo pensaba en graduarse de técnico medio en contabilidad, trabajar y ganar buen dinero, a diferencia de su hermana –quien solo llego hasta tercer año de la secundaria- y ahora trabajaba de mesera en un tal cafetín Lucy,
-Burra la muchacha- pensaba Jacinto en su interior.
Llegó a la parada de buses en cinco minutos, iba a una entrevista de trabajo, era su segunda entrevista en la empresa.
-Ya tengo el pegue- le decía a su madre.
En efecto, se sentía orgulloso, pensaba en lo superior que era a los chicos de su barrio: El no jugo fútbol en las calles de tierra, el no bebió guarón en la esquina, el se dedicó a estudiar.
Subió al bus, que iba con solo unas pocas personas, se sentó al fondo del lado de la ventana y se fue el bus por las calles de la ciudad, Jacinto miraba el negro cielo y de vez en cuando el resplandor de un relámpago.
-Ojala no me moje- pensó.
También miraba las casas en el camino: Casas de tablas pintadas con cal, casas de tablas viejas sin color, -como la suya- tablas de pared con pintura protecto y de repente todo cambiaba al salir a la pista: El camino se llenaba de tiendas, clínicas, pizzerías y cosas así, el animo de Jacinto cambiaba, estaba convencido que había nacido par vivir en ese ambiente, el se llevaría a su madre y a su hermana – si ella quería- a vivir como la gente y no volvería a pisar calles de tierra.
Cuando bajó del bus miró nuevamente su reloj –eran las 3:05 p.m.- a su alrededor parecían las 6:30pm, un viento frío cubría el ambiente y los relámpagos iluminaban las calles. La entrevista duró una hora, por la ventana de la oficina donde se encontraba Jacinto miraba la torrencial lluvia que caía sobre la ciudad; salio mas feliz que nunca, al día siguiente regresaría a firmar contrato.
Afuera ya no llovía, solo habían charcos por doquier, aunque el ambiente era el mismo a Jacinto ya no le importaba mojarse un poco, camino a la parada, miró a los vagos caminar sobre los charcos, miró a una muchacha embarazada con una sombrilla viejísima y sintió lastima por todos ellos, porque no tenían su suerte. Subió a la ruta de regreso en el momento que comenzaba a llover de nuevo; se sentó nuevamente al lado de la ventana, miró como la lluvia con mas fuerza y mas fuerza y mas, hasta que vio las calles inundadas, miraba como la ruta pasaba a toda velocidad por esos ríos de fondos pavimentados y bañaba a los peatones – eso le hizo gracia- miró a un anciano correr para no mojarse y sin embargo ya iba empapado – eso lo hizo sonreírse- un niño corría con un pie descalzo detrás de la corriente que se llevaba su chinela –eso le saco una risita-
-Esta gentuza es única- pensó.
También se le paso por la mente que esa era la lluvia mas fuerte del mes – sin saber que era la lluvia mas fuerte en diez años. Bajó del bus y caminó en el lodo hasta su hogar al as 5:19pm estaba frente a su casa o lo que quedaba de ella, la corriente había socavado las raíces del gran palo de mango en el patio y lo hizo caer sobre la casita convirtiéndola en pedazos de madera vieja y mojada; su madre había salido a tiempo y su hermana se encontraba trabajando.
Esa noche Jacinto durmió en el patio lleno de lodo – eso no le hizo gracia-.
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