El Salvador tiene hambre

Somos un pueblo con hambre,
que busca cómo salir adelante,
que lo tildan de emprendedor y astuto.
Más bien, yo creo,
que las ganas de comer
sobrepasan el tamaño del cerebro
e influyen en sus posibilidades.

¿Seremos gañanes?
Pues, tal vez…
lo más seguro es encontrar
respuestas positivas
en las manos de aquella que hace las tortillas
y entrega menor cantidad;
calculando que,
para la próxima vez,
pueda usar menos masa y material.

Otra enorme afirmación
está en aquel cobrador de buses
que busca a la anciana menos atenta
para entregarle un vuelto equivocado
o, en el mejor de los casos,
no darle nada
y dejarla que llegue a su destino
con menos dinero
del que ella pensaba.

El Salvador tiene hambre
y pocas ganas de pelear por dejar de ser pobre,
porque es más fácil robarle al vecino
que, por casualidad,
es idiota y tiende a ahorrar.