Estaba sereno, relativamente, al menos sabía donde se encontraba la puerta, la noche se me hacía larga y decidí marcharme, salí del local.
Al caminar me di cuenta del estado en el que me encontraba, miraba hacia el suelo y no conseguía verme los zapatos, mis pies iban mas rápidos que mi vista y la calle se inclinaba, empecé a marearme y paré en seco, me dio un bajón, de azúcar, de presión arterial ó del alcohol que seguro que estaba bailando un merengue en mis venas.
Me dio por reír, estaba mareado pero me dio por reír, ¿un merengue en mis venas…? me imaginé una botella de Whisky moviendo el culo… nanana nana na, empecé a tararear, me volvió a entrar la risa pero ahora a carcajadas… conseguí parar unos segundos y me senté en el suelo, apoyado a la pared, la luz de la farola me daba en plena cara, volví a las carcajadas.
Y una de Ron tocando las maracas, CON DOS CUBITOS grité…
Quería parar de pensar tonterías pero no podía, empecé a ver humo, en mis narices, me froté los ojos y casi me los arranco, aparté las manos y…
¡Coño!
Una cara estaba pegada a la mía.
¡DIOS… Le grité,
QUE SUSTO!
Me miraba fijamente,
Conseguí apartarme lo más que pude hacia atrás, era una chica, tenía la luz detrás de su rostro, con un aura en el pelo.
¿Un ángel?, le pregunte, y me volvió a dar la risa,
¿Te encuentras bien?
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¿Te encuentras bien?
¿Eh?, me acerque un poco a la realidad, si, si y tú,
Yo sí, tú no lo pareces, estas blanco,
¿blanco?, bueno, es la luz de la farola, mira, me da en la cara,
La luz de la farola es amarilla, me dijo... creo que necesitas un café.
El bar era una horterada, eso si, bien decorado y con mobiliario antiguo, muy bien cuidado, moqueta de flores en los sitios justos y servicio de plata, fue el primer local que encontramos a dos manzanas.
Hablamos de nuestras cosas, de nuestros sueños, sonreímos, nos miramos serios varias veces; Se nos pasó el tiempo como una bala, la misma que se estrelló contra mi pecho cuando dijo que era tarde… y que se iba.
Me alegra que ya estés mejor me dijo, y otro día no bebas tanto, no te sienta bien.
El metro estaba casi vacío, no era una hora punta y fue fácil encontrar asiento, tenía a un tipo grueso a mi derecha con una camiseta de Ronaldo con el número en la espalda, eructó varias veces durante el trayecto, a mi izquierda había una chica negra, olía a un perfume agradable
y era preciosa, como mi ángel.
En ese momento supe que no la volvería a ver.
Mario Taché Copyright © 12-Febrero-2008 Derechos Reservados®.
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