A quien corresponda...



Detrás de la vida los años se pierden lentos, invocando una realidad insoslayable. Algunos cuerpos se precipitan desagradables, otros, sólo intentan demostrar una belleza superficial, que lamentablemente no los ha agraciado. Y así se desesperan frente al espejo en recurrentes gestos de dolor; solitarias; retrógradas; sobre una piel callada y multicolor rebajada a los brebajes de la especie. Tratan de invocar un conjuro de deidades a la espera de mejoras irrevocables; tallando apariencias bajo delgadas gotas y polvos, que nada precipitan en sagrados aquelarres... Y así la vida las disipa en grupos de pequeños seres, como esos indistintos pájaros de mal agüero acobachados en oscuras telarañas. Nacen; crecen; se reproducen; dicen entender el mundo de las letras y de las artes; atribuyen; narran o creen hacerlo; se indignan; despotrican; leen; hablan; miran, con sus furiosos ojos de envidias por la espalda... Mientras, los restantes observamos anonadados la precaria construcción del intelecto, cuando en sublimes actos fallidos desgranan sutilezas como: “Cabezashuecas”, ahhhhh, un placer que nos lleva a un coeficiente intelectual de una generación por excelencia post moderna...

Ana Cecilia. ©