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Una noche, al volver del bar, encontré un demonio dormido en el zaguán de mi casa. Me quedé de piedra. No solo me asusté por el hecho de que era un demonio, sino que me preocupé mucho por los terribles ronquidos que lanzaba, como blasfemias, que amenazaban con despertar a todo el barrio.

Es increíble pero mi gata estaba durmiendo sobre su pecho. Parece que los gatos son los guardianes de los sueños de los demonios...

Desde atrás de mi nuca, sentí llegar los recuerdos de ese poema, con esa terrible musicalidad:

"And his eyes have all the seeming of a demon's that is dreaming..."

Los versos de Poe, me atraparon y me pareció que la voz que los recitaba en mi cabeza no era la mía.

No pude aguantar la tentación de saber en qué soñaba el demonio. Me dispuse a despertarlo.

Mi gato pareció comprender mis intenciones ya que me maulló una advertencia. Pero, la curiosidad pudo más. Le toqué suavemente el hombro, justo debajo del nacimiento de su ala de color carmesí.

Debo reconocer que me costó bastante despertarlo, no sólo por la profundidad del sueño del demonio, sino también al generoso Oporto que había regado mi reunión. Había pasado una noche gris, como casi siempre, enfrascado en conversaciones que no me interesaban con personas que no me interesaban. Supe en mi interior que el hecho de encontrar a este demonio en mi zaguán,
era sin duda, el mayor evento de mi vida.

Cuando, por fin, logré que el demonio despertara, estaba practicamente cara a cara con él.

Abrió los ojos, que en realidad es una manera de nacer, y parpadeo un instante confundido. Pareció desprevenido, indefenso como todos los que despiertan/nacen.

No recuerdo haberlo visto hablar, pero si recuerdo como su voz reverberó en mi cráneo como una plegaria en la catedral.

"¿Por qué me despierta amigo? Esta jugando con cosas que no puede controlar" dijo.

"No fue mi intención molestarlo", repuse, "pero no pude evitar hacerlo. Me imagino que usted comprenderá la naturaleza de la tentación."

El demonio río, con una belleza extraordinaria. "Seguramente conozca a la tentación mejor usted que yo. Nosotros los demonios no estamos tentados, ni lo estaremos. Pero dígame ¿cuál es la duda que lo aqueja? ¿Porqué toma tanto riesgo al despertar a un demonio?"

La sombra creció en sus ojos y se acomodó, alagada, en su pupila.

"¡Le conviene tener una buena razón!"

Envalentonado, porque estaba sobreviviendo al encuentro, le recité la oración del poema de Poe.

"Lo que quiero saber es en qué sueña un demonio cuando duerme..."

"¿Realmente quiere saber eso?" me dijo y sonrío ya no bellamente sino sombríamente. Me pareció que se relamía los labios. Dijo:

"Los demonios soñamos con ustedes. Sí, no ponga esa cara de sorpresa. La vida de cada hombre es el sueño de un demonio. Cada vez que uno de nosotros despierta, se apaga la luz de uno de ustedes."

Nunca esperé aquella respuesta. ¿Me hacía involuntariamente un asesino? ¿Dónde estaría durmiendo mi demonio? Ese ser monstruoso, que me moldeaba con su grotesco inconsciente, como una imagen difusa en el mundo. ¿Serían sus sueños mediocres? ¿Soñaría todas las veces lo mismo? ¿Qué sucede si algún desprevenido en el mundo despertara a mi demonio? Tenía que conocer dónde estaba mi dueño, el ser que me soñaba.

El monstruo que tenía enfrente, pareció leer mi mente. "Nadie puede conocer a su demonio. Sin embargo le puedo contar como era el sueño del que me despertó..."

Antes de que pudiera negarme el demonio comenzó:

"Soñaba a un hombre mediocre. No estaba muy conforme con su vida y a medida que pasaban sus días, su existencia se me hacía intolerable. Fue gris en sus amores, no se lo recuerda por su elocuencia, nunca odió a nadie pero tampoco se dejó odiar. No juntó gran fortuna, ni dejó un legado artístico. Mucho menos humano."

Me sorprendí de lo duro del juicio del demonio sobre su sueño. "No debe sorprenderse me dijo, hay muchos hombres que viven una vida así. Son frutos de un demonio como yo, sin imaginación. Pero escuche lo ultimo que soñé..."

"Mi hombre miserable, mi objeto, mi despreciable compañero, pasó la última noche de su vida en un bar, manteniendo charlas intrascendente, con personas intrascendentes. Cuando volvía a su casa, se encontró en el zaguán a un demonio que roncaba. Tenía las alas de color carmesí, así como las mías, y un gato dormido en el pecho... Si bien pensó que era algo peligroso de intentar, mi pusilánime invención, despertó al demonio. Seguramente, lo hizo para saber qué cosas sueñan los demonios. Sé con certeza que antes de decidir despertarme sintió una voz que le canturreaba:

"And his eyes have all the seeming of a demon's that is dreaming..."

Y el demonio río, ya de manera macabra, mientras yo caía de rodillas delante de él. Mientras moría seguía sintiendo sus carcajadas.

Antes de exhalar mi ultimo aliento, el demonio pasó a mi lado. Acercó su rostro inmundo al mío y me dijo:

"¡Gracias por despertarme! Así usted y yo nos libramos de su patética vida."

Mi gata vino a mirarse en mi ojo, pero yo ya no veía nada más.

Texto agregado el 12-02-2008, y leído por 289 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
11-03-2008 si... uno se queda sin palabras ante un texto de tanta potencia, sobre todo si, como en mi caso, piensa en su vida***** diantreb
07-03-2008 MUYY BUENO!! ***** consuelo09
19-02-2008 Buenísimo.. verdequetequieroverde
14-02-2008 exelente!5* MAGAROSA
12-02-2008 me parece muy original chinaski81
 
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