Carta a un amor: la declaración
Cómo empezar a decirte lo que quiero que sepas. Dejar que mi mano libere los sentimientos, con palabras, torpemente escritas.
No quisiera, créeme, enfrentarme a este papel en blanco, pero he de hacerlo. En cada frase encuentro luz que alivia mi alma turbada.
Quédate serena. Todo lo que leas te favorecerá, te dará seguridad, te hará saber…lo que tu ser despierta en los demás, en mí.
Yo, en cambio, me descubro, y ante mi miedo cobarde he decidido huir hacia adelante.
Ahora, conocerás mi vulnerabilidad. Prefiero que tú la conozcas a que todos crean que no la tengo. No soy yo mi fortaleza, la que ves, sino mi fe. Ni son mis defectos mi debilidad, sino mi humanidad.
Y ahora apareces tú, mi soledad me presenta a ti. Un interrogante que me desvela, que me desinstala de mi cómoda seguridad. Un camino que nunca anduve antes, con nadie. Porque me salieron al paso personas que podrían haber alimentado mis sentimientos pero, me preguntaba si querrían también sustentar mis delirios de amor.
Tú tienes aquello que nadaba buscando, y es eso lo que me lleva a enfrentarme a lo desconocido, aunque tú no seas desconocida para mi alma.
No obstante, después de esto no sé el camino que tomaré. Me siento tan frágil en tus manos…
No dudes si quieres mar o montaña. Si deseas en verdad la tierra, no vayas a elegir agua, simplemente porque alguien te invite. Pues también es agua la que, ahogada, reposa en el aljibe.
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