Les cuento esta historia, igual que podría no contarla o contarles otra. Es irrelevante.
Soy una persona de rutina. Me gusta la rutina, en ella me siento confortable. Saber todo lo que va a pasar en cada momento me da seguridad, me hace ser feliz. Pero también hay gento que no. Cada día para ir a trabajr cojo el autobús en la parada que hay delante de mi casa. Cada día hago el mismo ritual: llego exactamente a la misma hora, me paro a esperar en el mismo sitio mientras me fumo mi cigarrito, luego subo y me siento generalmente siempre en el mismo asiento.
Hace un mes una cara nueva apareció por la parada. Era un jovén, de pelo alboratodo y embutido en un traje de esos de corte moderno. No parecía desagradable. Al principio, en sus primeras llegadas sonreía y miraba sin tapujos a toda la gente que invariablemente esperabamos el autobús cada día. Pero poco a poco, día tras día se fué volviendo más taciturno, más nervioso. Era una de esas personas que deben odiar la rutina. El momento que más odiaba del día era cuando se sentaba en el autobús al lado mio. Debería reventarle compartir asiento con alguien totalmente contrario a él, con su antónimo, alguien que disfrutaba con la rutina, eso le dolía y yo lo sentía.
Parece ser que ayer ya no aguantó más. El autobús llegó y el joven esperó a que subiésemos todos. Luego hizo una seña al conductor para que se fuese. Y allí se quedó él, rehusando subir al autobús, rechazando su destino ineludible de cada día, haciéndose dueño de sus propios pasos. La verdad es que le admiré. Aunque no comparto en nada su opinión sobre la rutina si que le reconozco que tomó una decisión para escapar a ese destino que cada día le esperaba a la misma hora en la parada del autobús. La verdad es que me ha dado pena leer hoy en el periódico que un camión hormigonera se lo llevó por delante al chocar éste contra la parada del autobús mientras él esperaba el siguiente Bus. Le estaba empezando a coger cariño a ese chico.
Ahora, lo que más me jode es que la parada ha quedado inutilizada para unos meses y ahora nos hacen esperar en otro sitio, y salirme de la rutina me pone muy pero que muy nervioso.
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