Dedicado a Eliana P. por los momentos vividos y los momentos por vivir
“Antes de empezar a deshilachar los caminos recorridos, me gustaría que vieras con tus ojos lo que vi y no vi con los míos, la razón de mis versos, la tristeza de mi ser, lo finito de mi pupila.”
Tiempo atrás te había visto paseando tranquila por una vereda vestida de naranja. Tus ojos parecían perderse en lo profundo de alguna tarea de negocios o alguna cita programada. Casi ni notaste que mi figura se encontraba sentada en una esquina, pensando en no sé que otras cosas, fumando un cigarro y desfigurando todas las personas a través del nicotinoso humo. Pero he dicho “casi” porque pude ver en tu rostro una lejana extrañeza y un casi, pero imperceptible descenso en tu velocidad al andar. Bastaba eso, no mas, para hacer mi ahora añicos y meterme en un escueto y vertiginoso pasado. Las interminables noches de Monopoly, “¿Te acordás?” -“Pero como no me voy a acordar, che, si fueron esas vacaciones de las que nunca me voy a olvidar. Fueron los primeros encuentros después de todo el drama… Si ya se, ya se, a veces me pasa que en la noche me encuentro sola y me pongo llorar, vos conoces como soy, no hace falta explicarte mucho”. –“Vos te vas a reír pero a veces me ocurre que estoy sentado tranquilo en mi casa y de repente todo de vuelta: la mamunga en el ‘Campito’, vos llorando y diciéndole no sé que cosas a Marianela, ella te abrazaba y algo te susurra al oído, vos te veías muy mal, Cristian hablando idioteces y riéndose, nosotros con Gaby yendo para casa a buscar el grabador e inmortalizar la escena. Antes de todo eso había encontrado en Marianela, una muestra de simpatía, y todo eso sabiendo que Cristian estaba dolido por esa separación. Fue todo de repente, no dio tiempo a tener muchas reacciones. Vos robándome las palabras de la boca y proponiendo cada dos por tres: ‘Hacia tanto que no nos juntábamos los tres, hay que disfrutar esto’ y otra ves la botella se posaba sobre tus labios y reías con esa carcajada pegajosa e indiscreta…” –“Che, éramos tan pendejos. Lo más curioso fue que todo lo que nos sucedía, ocurría de diferentes formas pero a todos con las mismas consecuencias. Es difícil explicar lo que pasaba, fueron como varios caminos separados que en ese momento decidieron ir al mismo lugar.”. Se alcanzó a escuchar a lo lejos los primeros tonos de “gualicho”, y el clima se estaba poniendo algo fresco, la calle seguía ofreciendo ese espectáculo de siempre, bohemio, aburrido, pero que de alguna manera me inspiraba y me hacia dar otra bocanada.
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