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Inicio / Cuenteros Locales / la-sombra / entre Borges y yo

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uno cuando lee se siente como imantado cuando lo termina. sale a la calle con aires diferentes, como queriendo despertar de aquella vivencia imaginaria.

acababa de terminar de leer a Borges y supe que jamás podría volver a escribir...

pasaron meses, años, mas años hasta que una tarde en que visitaba a unos sobrinos, me encontré con Borges... nos miramos y temblé. fue increible, pues, él, se puso mas nervioso. ¿qué quieres de mí?, dijo Borges. retrocedí y supe que desvariaba. no quiero nada, nada, pero, deseo escribir todo y mejor... de pronto, Borges, empezó a reirse de mí. nunca lo había visto reir, será porque estaba hacía mas de cincuenta años muerto, no sabía con exactitud, pero para uno que lee sabe que los grandes escritores jamás mueren si uno retoma o ve una de sus líneas. siguió riendose hasta que le vi pararse, abrir uno de sus obras y zambullirse como un conejo dentro de su matorral de letras. miré el libro y lo puse con gran delicadeza en mi bolsillo. lo iba a robar. salí de la biblioteca y me despedí de mis sobrinos. gracias por venir, escuché a uno de ellos que extrañamente tenía los mismos ojos secos de Borges.

ya en mi casa, me senté sobre mi mesa de escribir y cuando estuve por tocar una tecla de la computadora, mis dedos temblaron... ¡cobarde!, escuché y noté que aquel grito venía del libro. ¡abreme!, volvió a gritar Borges. asentué mi mirada sobre el libro y percibí que despedía una especie de bruma, o sombras inenarrables... me levanté con los pies que me temblaban y cogí el libro y lo eché dentro de una olla de la cocina. encendí una horinilla y puse el libro a quemarse... fue horrible, pero, tenía que hacerlo... ya cenizas, volví a abrir lo que quedaba del libro cuando salió una sombra... ¿quién eres?, pregunté. soy yo, dijo la sombra. ¿eres Borges?, pregunté. no, soy su sombra, respondió... y sí, si era la sombra de Borges. nos sentamos uno al lado del otro y conversamos durante toda la noche. me aconsejó qué libros releer, que libros no tocar ni ver, menos escuchar... de pronto me di cuenta que no hablaba de su obra... se lo dije y este respondió que todos esos libros había nacido de su sombra, de sus sueños, o, de los sueños de los que soñaban con él... nos despedimos y me dijo que no volvería a visitarme, y que me recomendaba que no ecribiese. es mejor, leer, me dijo... gracias, le dije y vi la sombra disolverse entre las otras que navegaban por la noche.

pasaron los años y desde aquella noche he vuelto a escribir y, por una extraña razón, nunca mas he vuelto a escuchar a Borges, pero, cada vez que salgo a la calle, siento que veo menos y menos, y mi acento se ha vuelto argentino... también cojeo... pero, cuando me miro al espejo, me veo siempre a mí. siempre...


san isidro, febrero del 2008

Texto agregado el 10-02-2008, y leído por 273 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
02-05-2008 Cautivante... pantera1
05-03-2008 SEncillamente genial.***** zumm
10-02-2008 contrasentido...algo urbano mas sige escribiendo ya que recuerda aqui no somos maestros sino alumnos y me has dejado pensativo Gracias guero
 
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