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Me has dicho “Vámonos, no quiero estar aquí”, “¿A dónde quieres ir?” pregunto, simplemente dices “no quiero estar aquí” entonces cojo tu mano y empezamos a caminar “no sé si muy lejos, pero creo que me alcanza el tiempo” muy poca conversación mientras caminamos, aparentemente creo que no te importa lo que digo, aunque ríes a veces lo cual significa que me escuchas, algunas cuadras después vemos un parque, nos sentamos y parecen haber revivido las palabras, conversamos de nuevo, además el sol parece brillar mas aquí, sumamente extraño considerando lo nublado del cielo gente jugando, un árbol la lado que sirve de espaldar para una extraña banca, un descanso a mis ojos y uno para tu cabeza mientras de repente, algo alborota mi estadía y empiezo a estornudar repetidamente y después de un gran esfuerzo y de perder la conversación digo, “vámonos, no puedo estar aquí” entonces volvemos a caminar, “¿Por qué no me hablas?” preguntas, “no sé, parece que no se que decir” te contesto, algunos metros, cuadras, no sé cuánto, un hombre sube la acera con su carro, el cual casi me atropella, “perdón caballero, no me fije en lo que hacía!” dijo y después de bajarse del carro nos explica “sinceramente estoy sumamente cansado de este carro, ¿ustedes tiene que ir a algún lugar cierto? Les regalo el vehículo si quieren” vaya oferta, sobre todo de alguien que por descuido casi me lastima, nos miramos y la paranoia que por lo general tenemos, brilla por su ausencia y sin recato y casi descaradamente nos subimos a ese carro blanco que para mi resulta fácil de conducir y otra vez nuestras conversaciones han tomado sentido, otra vez y conduciendo ha empezado a brillar el sol, extraña situación, ya no tienes frio y tu rostro empieza a sonreír, me gusta verte así, además este aire extraño nos está empezando a gustar, aunque la situación no es ortodoxa hemos capturado todos esos pensamientos infiltrados que pueden alterar nuestros sentimientos armoniosos, en este momento, sin ambiciones, celos o terquedades, logramos ver que muchas cosas pueden ser como nunca nos las hemos imaginado y aun así ser nobles y darnos paz interior.
Hemos salido casi sin darnos cuenta de esa ciudad, cuidad que es cruel, casi siempre que algún hombre trata de tener esperanzas aquí. Llegando a un hermoso lugar, donde el viento genera tonos verdes en el pasto, tú te bajas y me llamas para que me siente encima del baúl, al lado tuyo para ver ese paisaje que las murallas de la cuidad no dejan ver y ahí, me robas demasiados besos como para llevar cuenta alguna, “¿esto es suficientemente lejos?” te pregunto, “no sé, pero ya me gusta” creo que fue tu respuesta y después de un rato un policía o eso creo que era se nos acerca, no sé si fue un mal parqueo o el hecho de estar ahí lo que llamo su atención, pero nos habla, “muchachos, lamento interrumpirlos, pero muéstrenme sus documentos!” después de confirmar que todo está en orden según él, nos comenta “este lugar es peligroso, no los quiero ver aquí!” además y creo que por cansancio me dices, “quiero volver” así que partimos, pero prontamente nos quedamos varados algunos kilómetros adelante, y estando estacionados se nos acerca un motociclista y nos pregunta “algún problema”, “creo que es combustible o algo” respondo bastante confundido, el hombre después de pensar un rato nos dice “pues yo tengo un servicio bastante amplio de carretera, pero me gusta mucho su vehículo, les propongo este trato, les cambio su vehículo por el mío, tiene bastante combustible como para llegar a la cuidad y yo me encargo del carro, ¿Qué les parece?” “a mi muy bien” respondes antes que yo, termino aceptando y cambiamos los vehículos, hace bastante que no monto una motocicleta pero parece no importar, así que empezamos a rodar, el viento en la cara nos recuerda esos deseos de libertad que muchos siempre quisieron tener, conversaciones son superfluas cuando gritamos de la emoción, el sol empieza a caer y empiezo yo a gritar tu nombre Diana, Diana, Diana y como si fuera un choque, el término de una revelación, veo como tú sin despedirte coges el autobús hacia tu casa rompiendo mi sueño, dejándome ahí en la calle gris, ruidosa y violenta de nubes grises

Texto agregado el 10-02-2008, y leído por 103 visitantes. (0 votos)


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