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Inicio / Cuenteros Locales / profundis / Para cuando te sugetes el cabello.

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No te marches. Resumime el miedo, hablame por debajo la cama, en esa penumbra, entre zapatos y pelusas, total, al cabo de un rato te vas, aunque te diga que no.

Si quieres igual andate, por qué será como si no te hubieras ido, no por el recuerdo, mas bién por el eco que anda rebotando: resorte, canguro, boligoma.
Que pesada es tu sombra, no puedo levantarla para barrer la basura quejosa que llora.
No seas egoísta: te desplomas en la cama y me dejas un rincón en la pared al lado de una pequeña araña. O mejor por qué no te callas, has como si no estuvieras, hablame por detrás de biombo que está partiendo esta habitación; ya debes estar acostumbrada a disfrazarte con las sombras. ¿Será que sabes que me hablas?, ¿Será que sabes que estoy al lado de la araña? Y las gotas que caen ¿Será sudor o agua?, no sé, lo que si sé es el cosquilleo, esa sensación dulzona parecida a las caricias, pero más menuda, como verse al espejo después de masturbarse: como amarse de verdad.
Pero tevas- notevas, no sé que haces no te entiendo te desparramas solamente, te despilfarras, quieres estar en todo lado y me hablas por debajo la cama, me gritas desde la cocina, te resbalas en la ducha, te consumes con las velas que te prendí religiosamente el día que te fuiste Santa Ausencia, Santa Espera, Santa Patrona de los alfileres sangrados dibujada en el aire oxidado y hediondo del patio trasero donde te encanta jugar a las escondidas: siempre cuento yo, uno, dos, tres, zapato, oveja, gusano…dieciocho, diecinueve, ¡veinte!, Pero ¡pobrecita!, siempre te escondes en el mismo lugar, resulta tan fácil encontrarte detrás de ese bum bum retumbante y repetido hasta el cansancio.
Pero lloverá, ya vas a ver, y dejarás de ser lo que eres-en el caso de que importe- para fabricar una esponja fibra a fibra que se entusiasme por saber gota a gota lo salado del entorno que se me ocurrió construirte. Y esa será mi última confesión.
Si acaso te queda la esperanza de que soy parte de un panal, no hay la probabilidad de que este veneno sea mi perdición, no he muerto al carecer de él. Mi empeño por darte muerte quedó reducido a mi muerte girando en tu sangre en pequeñas dosis, tan pequeñas que solo te giró el panorama como a un alacrán acorralado.



Texto agregado el 10-02-2008, y leído por 120 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
21-03-2008 un delirio que me gustó leer. *****besos Matilde mancuspia
 
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