Se comenta por ahí que Dios, cuando creó al primer hombre, lo dejó que se secara al sol al pie de un sauce. En ese tiempo no existía el problema de seguridad que tenemos ahora, así que Diosito se dio el lujo de irse bastante lejos, a crear otros animales, y dejar al Hombre solo.
Cuando ya estaba bastante seco, el Primero cobró vida. Como estaba de estreno, de aliento y de cuerpo, se puso a examinar la creación divina.
Miro sus piernas y las encontró suaves y cubiertas de pequeños pelitos (el hombre fue creado a semejanza de Dios, ergo Dios es peludo)
Miro sus manos y descubrió lo hábiles que eran. Miro su torso y se hipnotizó con el tum-tum de su corazón.
Todo le pareció de primer nivel, digno de una obra del Altísimo. Contento por la novedad de la vida, el Gran Padre se puso a explorar los alrededores del Sauce.
Llevaba así un buen rato cuando descubrió, en la segunda rama de la derecha, un panal de abejas.
El gruñido de su vientre, le comunicó que nunca había comido. La chispa de sabiduría divina que poseía le susurró que dentro de ese panal estaba el alimento tan deseado. Sin embargo, el conocimiento innato no le indicó nada de la peligrosidad de las abejas, por el sencillo hecho de que venía de Dios. Y el Altísimo no ve las cosas malas.
El Hombre, trepó hasta el panal y sin dudarlo lo abrió y comenzó a beber la miel que brillaba como con vida propia.
El problema fue que aún, como no le había dado el sol, la lengua no se había secado del todo y comenzó a fundirse con la miel que le caía encima. Para colmo de males, las abejas, furiosas, quisieron picar al intruso sin otro resultado más que el de quedar atrapadas también en la lengua de barro del hombre.
Cuando el Creador volvió a ver a su hijo, lo encontró llorando en el suelo. Y aunque trató de quitar la miel y las abejas de su lengua, era muy tarde. Ya se había secado la arcilla.
Es por eso que cada vez que alguien habla puede ser que probemos la dulzura de la miel, pero también puede pasar que alguna abeja, en su afán de escapar, llene de veneno las frases que pronuncia la lengua que la detiene...
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