la rutina de oficina está marcando una diferencia en mi vida. se nota porque ya no es como esos días en que podímos drogarnos y tomar cervezas hasta que las conversaciones se disolvieran en el azul que inundaba las calles a esa hora, su hora favorita, ni tenía ya dos horas de sueño seguidas de unos pitos bien fumados a modo de desayuno. y es que el dinero escaseaba por esos días y cuando había que elegir entre comprar comida o algún vino-de-mala-muerte, el resultado era siempre el mismo. fue por eso que empecé a trabajar, era necesario unirse a las condenadas masas que tomaban la locomoción colectiva cada mañana, atravesando la ciudad entera para llegar a su lugar de trabajo.

mi micro siempre va vacía, eso me agrada. me ahorra el esfuerzo enorme que significa evitar miradas extrañas de extraños que evalúan mis casi tres décadas de existencia automarginándome de la sociedad y acompañándome con malos vinos y malas mujeres. hoy no hay ni vino ni mujeres. yo creo que ése es el mayor problema.

ya casi nunca la veo, se me aparece en sueños a veces, con esa cara que siempre tenía cuando íbamos a pasear y había harto sol en el parque, pero ya casi nunca la veo. es terrible pensarlo, una tortura constante, por decirlo de algún modo. su imagen me sorprende de repente viniendo de alguna esquina, cruzando alguna calle, pidiendo monedas en alguna micro, pero nunca es ella. casi.

esa noche sentí su olor viniendo detrás mío. turbado, más-turbado que nunca con su cara repetiéndose insistentemente como la gota china en las pocas horas que había dormido en los últimos días; sus ojos negros clavándose en mi frente, su boca mordida revivida en mi boca vacía hace tanto, sus pechos escapándose por ese escote enorme y sus piernas, ¡mierda!, las mejores piernas que han pasado por mis manos.

- debo estar loco- me dije.
- no más que lo usual
- pensé que no te vería
- esperaba algún llamado, una visita, algo...
- sabes que no lo haría
- saberlo no me impide esperarlo. pero no hay nada que esperar, tú bien lo dijiste.
- ni siquiera que vuelvas, me imagino.
- tú bien lo dijiste./