Érase una vez un Recuerdo Vago y como tal no quería trabajar. Para ello se había inventado un método que consistía en adoptar un color blanquecino, como el de una nube espesa, para que nadie pudiera ver lo que él escondía.
Pero la Historia que guardaba este Recuerdo Vago no estaba de acuerdo con su método y protestó de la única manera que sabía hacerlo: Empezó a contar lo que ocurría en un cierto lugar de un cierto país con una cierta niña y… Recuerdo Vago se resistía y resistía para no dejar ver con claridad lo que la Historia pretendía. Entonces, la Historia, cansada de repetir una y otra vez el comienzo de su existencia preguntó a Recuerdo Vago y Blanquecino.
- “Recuerdo Vago ¿tienes miedo de mi historia?”
- “Yo no tengo miedo, simplemente no quiero salir, no quiero que nadie vea mi interior”. Contestó Recuerdo Vago y Blanquecino.
- “Pero si nadie mira dentro de ti nadie podrá saber de tu recuerdo y dejarás de existir”. Añadió la Historia.
- “Es que no sé si quiero existir, creo que si cambio de color no seré capaz de asimilar lo que encierro en mi interior, y eso seguro que no me gusta”, dijo Recuerdo Vago y Blanquecino...
La Historia se quedó pensando en las palabras que había dicho Recuerdo Vago y Blanquecino y no pudo estar mas de acuerdo con él.
- ¡Pues claro, cómo no me he dado cuenta antes, Recuerdo Vago y Blanquecino es así porque en sí encierra toda una historia! ¡Una historia que si yo la desvelo ya no tendrá importancia su recuerdo, ni sentido su existencia! Pensó la Historia.
A partir de ese día todos los Recuerdos Vagos y Blanquecinos de todas las Historias que nunca se contarán, tomaron su importancia y fueron conscientes de su papel. Un papel de privacidad, que fomenta la conversación interior y la lucha por no perder ese color blanquecino que tanto se hace distinguir entre todo lo demás...
Puede que eso te haga pensar…de una manera vaga y blanquecina… quizá.