Cristofer recorría la montaña todos los días, la ciudad donde habitaba, tenia la maravillosa fortuna de contar con un sitio que le permitía alejarse del stress rutinario propio de los tiempos modernos. En ese instante se le presento una disyuntiva, existían tres caminos para comenzar su recorrido, el conocía con bastante certeza dos de ellos, uno era demasiado empinado, tenia que llevar un fuerte paso pero la distancia era corta, el otro representaba un paseo, se recorría en mucho mas tiempo ya que era bordeando la montaña, pero se podía ir relajada y tranquilamente sin apurar el paso. El tercer camino era un reto, lo único que sabia es que estaba lleno de pantano, en ese momento decidió seguir su intuición, eligió el camino desconocido. El pensó para si mismo que el hecho de perderse no tenia porque representar un problema, puesto que tendría algo interesante que contar, representando una nueva aventura para el. El comenzó la travesía pisando firmemente, pero sus zapatos se bañaban en lodo y fango, en cierto momento del camino tenia la sensación de que debía abandonar, la duda le persistía en la mente, no entendía porque si conocía los otros dos caminos, decidió adentrarse en un recorrido nuevo. El tiempo pasaba e inexplicablemente las dudas iban desapareciendo, diluyéndose en el aire, la calma se empezaba a adueñar por completo de su ser. Reflexiono acerca de esto y se dio cuenta que por primera vez en su vida, se dejo llevar por su voz interna, varias veces estuvo tentado a hacerlo, pero siempre por una u otra causa no lo hacia. Recordó cuando la primera vez que lo intento al cabo de unos minutos se dejo vencer, devolviéndose con un gran sentimiento de frustración dentro de su ser, internamente se dio cuenta que la gran diferencia entre su actitud pasada y su comportamiento actual, es que siempre le dio mas importancia a voces que replicaban a su alrededor, y que tenían un volumen tan alto para sus oídos, que no le permitían escuchar la propia.
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