Ene tene tu…

El autobús se detuvo como siempre en ese paradero…Panamericana Sur, a la altura de Avenida Central…Trepé de un salto y cancelé mi pasaje. Al transitar por el pasillo, un ¡hola…!, me detuvo. ..Asombrado, respondí al saludo y me senté a su lado. La inevitable conversación se produjo espontáneamente… lugares comunes, estudios similares…y pasaron tres años. Nadie podía imaginar que al responder a un simple hola, dos vidas se unirían al parecer, para toda la vida… todavía estamos juntos. Hasta que la muerte los separe, fue la sentencia del sacerdote. Ella vestida de blanco inmaculado…yo nervioso e inseguro. Me quedé mudo ante la típica pregunta…pero el cura inexorablemente, continuó con la ceremonia hasta el final. Pasado el primer susto, todo fue mágico… la vida parecía sonreír en cada rincón y en cada esquina. El amor, suele trastornar a las personas… las embruja y las envuelve de tal modo que olvidamos la realidad y chocamos con ella de pronto, cuando mas desprevenidos nos encontramos…y la vida transcurrió con los condimentos de siempre… a veces dulce, a veces amargo. Ocho meses después, el cielo nos bendijo con un ángel de rizados cabellos y ojos grises…mi hija María Eugenia. Nos llenó la vida por completo. Inquieta como un conejito, hermosa y extrovertida… Cuatro años después, mi hijo Gonzalo, completó la familia. Para entonces, ya me balanceaba en los treinta y ocho años…Al mirarme en el espejo, veía a un hombre viejo y cansado. Mi vida consistía en ir y venir de la casa al trabajo y viceversa. Fueron años difíciles, con enfermedades de los hijos, trastornos de pareja y todo aquello que le da sabor a la vida pero que a veces, mata el amor o lo hace crecer…de algún modo. La vida se me ha ido en un pestañeo…en un suspiro…en lo que dura un rayo de luna. Ya los hijos crecieron y comienzan a perseguir sus propios sueños. Pero los problemas no se acaban…solo cambian. Cuando conocí a Eugenia…su sonrisa tímida y leve, era mágica…Su mirada me envolvía y me olvidaba de todo. Tampoco ella imaginó…supongo…que terminaría enredada con un pseudo agnóstico de pacotilla, inseguro y maniático. Así es la vida…nos sorprende, llevándonos por caminos enigmáticos y entregándonos a veces regalos maravillosos…a veces un poco de tristeza o de nostalgia, por aquellos sueños que no se cumplieron aun o por aquellos primeros tiempos que tal vez, fueron los mejores… "ven a jugar a mi tela, dijo la araña a la mosca”…