Los lunes me despierto tarde. La botella de gin amanece tirada en la alfombra. El cenicero a tope de tantos cigarrillos. Mi cabeza resucita sólo después de una ducha fría y de cuatro a cinco aspirinas. A eso de las 6 enfilo hacia el bulevard de Rementerías. Allí es donde busco putas. Espero encontrar una especial. La más hermosa. La más fina. No sé qué tienen las putas. Presiento que son las únicas que me comprenden. Que me aman sin importarle quién soy en realidad. De algún modo siento que he aprendido a amarlas y ellas a mi. Espero encontrar una en especial. La más hermosa. La más fina. A veces es ella las que me encuentra a mí.
-Algún día nos vamos a casar.
Se sube al coche. Nos vamos a un lugar apartado y solitario. Es un bosque tupido a las afueras de la ciudad. Como es invierno la neblina dificulta la visibilidad.
-Ella es tan hermosa. Casi como mi madre.
Nos comenzamos a besar. Arranco los botones de su blusa.
-Las mujeres son malas. Nos hacen sufrir.
Apago las luces del auto...
Los lunes me despierto tarde. Mis uñas amanecen con tierra. Los brazos arañados. La botella de gin desparramada en la alfombra. El cenicero a tope. Creo que es tiempo de dejar la bebida, me está haciendo perder la memoria...