Día tras el reloj,
La luna gotea, la estrella.
Llora un triste bandoneón,
Ante sus bellos ojos de doncella.
Soy un eterno navegante,
De un mar negro y destructor.
Marino de un barco sin adelante,
Sin rumbo hacia un adiós.
Gotas dentro de mi alma,
Notas que alimentan un labio,
Corren despacio por estas lagrimas,
Dejándome caer, lento y despacio.
Las dulces campanadas de unos doces.
Vasos que humean, las voces.
Dulces aromas de primavera,
Que nos matan y envenenan.
Mujer, quiero ser tu amante,
Entrar, y poder suspirarte.
Pero la vida me hizo este fracaso
Me maldijo hasta mi ultimo ocaso.
Solo déjame volver a soñar,
Y este ocaso jamás dibujar.
Córtame los labios, y disfruta,
Que ya no soy yo quien te escucha. |