La cita
Por Elder Hernández
Para Laura
“Por medio del arte logramos una feliz transacción con todo lo que nos hiere o vence en la vida cotidiana, no para escapar al destino, como trata de hacerlo el hombre ordinario, sino para cumplirlo en todas sus posibilidades: las imaginarias.”
Jacob
De la novela Justine de Lawrence Durrel
“...a los hombres trátalos como perros y como perros regresaran...”
Frase de chicas para chicas
“...Mrs. Nitroglicerina detona mis circuitos de robot...”
Mrs. Nitroglicerina de Zoe
Claudia dijo:
–Te veo el sábado a las 11:00 pm en el Pata negra de la Condesa. –No dijo nada más y colgó. Me quede con la boca abierta al escucharla hablar con esa determinación. Yo estaba en mi casa escribiendo, cuando llego su llamada a mi celular. Después de intentar salir con ella un par de veces, me di por vencido y decidí dejar de pensar en ella –a los treinta años, te das cuenta que arrastrarse no sirve de nada. Un par de intentos para salir con alguien es suficiente, si no se puede, pues no se puede y punto–. Y habían pasado un par de semanas ya (un mes para ser exacto) en las cuales no recibí ni un mail de ella. Así que dedique mi tiempo sentimental a otros asuntos que no me llevaran a pensar en la señorita en cuestión. Al recibir su llamada quedé atónito. Solo alcance a mencionar antes de que me colgara, que en momentos como ese, volteo hacia el cielo y comento en voz alta:
–Entonces si existes Dios... –ella rió y me colgó. El sábado a las 9:30 pm yo era un manojo de nervios. Termine de hacer mi rutina de ejercicios y me metí a bañar. No sin antes sentarme un momento en mi cama (mientras el agua de la regadera se calentaba) intentando tranquilizarme. Me dije en voz alta:
–Tranquilo... ¿Que puede pasar? si ya te dijo con su indiferencia que no eres su tipo. Una salida a cenar no significa nada (que a mi cartera si le significaba algo, porque contaba con mil pesitos para pasar el resto de la noche, y de la quincena...) suspire y pensé en ese hermoso rostro moreno que me había hipnotizado. Sonreí. Me levante de un solo movimiento. Me bañe y me puse mis mejores prendas. Que pa no hacerlo largo, tuve que pedir una camisa y un saco prestado. Uno de mis mejores amigos se los acababa de comprar y después de explicarle “el contexto” de mi cita, solo me dijo:
–Cuídalos cabron y los quiero limpios. –Ya con la confianza le pedí regalada “tantita” loción Issey Miyake, que huele increíble. El alcanzo a mencionar:
–Eres de lo peor Elder... –Listo. La noche era mía. Zapatos negros, pantalón de una especie de terciopelo negro medio entubado, camisa de vestir negra, saco de pana increíblemente negra y oliendo a su majestad Miyake... Tome el primer taxi que encontré. 10:50 pm, y el Pata negra a full. Me llevaron a la mesa. 11:10 pm, Claudia entro a escena. Se suponía que yo tenía que seguir el guión. Ahí decía, que en cuanto la viera entrar, debía levantarme a recibirla y tirar algo. Lo que fuera. Como no encontré nada, la recibí con la sonrisa 42. Esa tipo Luis Miguel que dice con la mirada: No puede haber mejor mujer en este lugar, a esta hora y en mi mesa. Es decir, orgulloso de ser quien es uno (digo, porque si uno, no es como es, pues no le pasa lo que le tiene que pasar y a mi me estaba pasando lo mejor de lo mejor, en cuanto a lo mejor se refería, y todo por ser como debía ser con ella, es decir: un caballero, jodido pero caballero)
–Hola Elder... –Mi nombre en labios de Claudia. ¡WOW! Saludole con un beso y al mismo tiempo alcanzo a oler su cuello... Chanel núm. 5.
–Que rico hueles... –menciona y al terminar le aplico el:
–Y tú te ves increíble mujer... estas hecha un sueño... –ella ríe y se acerca la mesera a tomar la orden. Dejo que pida ella, y yo pido un Popsicle Martíni. Nos quedamos viendo uno al otro, con esas “miraditas” que te dicen todo (pero que curiosamente si no te pones presto, te dejan en esos silencios donde no hay nada).
–Pues que te cuento, que yo he estado más que ocupada –ella comenzó– ahora trabajo en una empresa de bienes raíces, y como no conozco del todo el ramo, he tenido que trabajar horas extras. No ahí en la empresa, sino afuera. En los periódicos, en Internet. Ya sabes, buscando toda la información que pudiera... (El director de escena nos había dicho que no nos claváramos en tanta intención, sino en los hechos. Navegar por generalidades para no caer en posibles enfados, pero yo la deje hablar. Se suponía que uno podía “improvisar” y “detener” al otro cuando quisiera. Pero ella me encantaba, así que ella podía hacer lo que quisiera) en ese momento le ofrecí un Marlboro rojo. Lo acepto. Decimos salud, yo con mi copa y ella con su Absolut Redbull.
–Por el placer de verte esta noche... –le digo viéndola a los ojos, y tomándome media copa de un trago, ella sonríe diciéndome que soy tremendo. Volteo alrededor con la misma sonrisa con la que recibí a Claudia. En ese momento yo era –si me lo permiten y con todo respeto– “Dios...”. Yo le comento a Claudia que siga, que no importaba lo que dijera el guión. Que me moría de ganas por verla desde aquella ultima noche en que nos vimos Y que si me lo permitía, esa noche yo era de ella... completamente de ella...
–Pues no creo que sea para tanto... –dijo mirándome a los ojos– pero tú y yo tenemos que hablar de todo eso que escribes... que me has escrito... Te voy a ser honesta, creo estas un poco loquito. No me conoces y ya escribiste, creo bastante; según tú, gracias a mí. O como mencionaste, me hiciste tú musa... –aquí el guión dice que haga una pausa, que voltee hacia la cámara y les describa a Claudia. Para esto ella voltea también alrededor, como buscando alguna cara conocida.
–Claudia interior: Fresa con tintes de niña mala, menciona algunas groserías sin ninguna pena. Nada complicada. Acelerada. Con esa prisa por vivir de alguien de 23 años.
Claudia exterior: 1.75 de estatura. Piel color canela. Facciones finas, alargadas. Cabello lacio degrafilado hasta los hombros. Delgada. Bien vestida (por supuesto) con un pantalón de mezclilla azul entallado, zapatillas de punta color negro y tacón corto, una blusa negra que hace que se le vea toda la espalda. Trae el cabello suelto y se ve tremenda. Y si me permiten la vulgaridad, se ve hecha una “Diosa...” –volteo de nuevo hacia ella, y me río sin ninguna pena al terminar ella de comentar:
–...me hiciste tú musa... –Le comento que como escritor, mi mente se va de aquí para allá uniendo letras para intentar formar historias y que estas valgan la pena ser leídas... –Aquí el director me dice por el apuntador que no me clave, que la voy aburrir, pero me vale, yo sigo con lo mío.
–No se como le hago para escribir, te soy sincero. Solo se, que si tengo algo atorado, tengo que escribirlo y así sin saber “como” una vez que acabo, ya estoy fuera de eso que me haya pasado...
– ¿Ósea que tienes algo atorado conmigo? –me pregunta coquetamente acercando su rostro al mío. Sonriendo me hago ligeramente hacia atrás. Volteo alrededor y le hablo a la mesera. Le pregunto a Claudia que si quiere otra copa, me dice que si. Pido lo mismo y me disculpo para ir al baño. Camino al servicio, hago cuentas y supongo que nos podemos tomar cinco copas cada quien antes de que a mi cartera le de un infarto. Me sobrarían 300 varos suficientes para tomar un taxi, llevarla a su casa, después a la mía y quedarme con lo necesario para comer “a ver que” en los próximos días.
– ¿Ya habías venido a este lugar? –le pregunto una vez que me he sentado y ella responde que solo dos veces y con su novio. Madres. Me quedo petrificado pero trato de encubrirlo. Ella ríe. No me dice nada. Y yo pienso que esas cinco copas se reducirán a máximo tres y será suficiente para largar la partida. Sabia que tenía el juego perdido, pero de eso; a lo que me acababa de decir, era distinto –el director me dice que hable, que la haga reír porque si no la noche será peor que la noticia que me acaban de dar–. Le cuento tres chistes infalibles. Certeros. De esos que guardas porque sabes que a huevo funcionan. Y funcionan. Ella se ríe a más no poder y la noche suena a White shadow de Coldplay. El dj. la suelta justo cuando acabo de contar el tercero y queda fabulosa. La risa de Claudia, suena al mismo tiempo que el soundtrack de esa escena da inicio. Ella se acuerda de otros dos y los dos riéndonos nos fundimos en ese instante. Platicamos de cosas superficiales. Nos acabamos las bebidas y le hablo a la mesera. Yo quiero cambiar mi Martíni por la bebida que ella tomaba y ella me dice que no, que los dos parejos, así que pide lo que yo tomaba y yo pido un Absolut redbull. Volteo alrededor justo para encontrarme de frente con la cara del director que se acerca a mi oído para decirme: espera, viene lo mejor...
–Pues si –comenta Claudia– regrese con mi novio... –Yo al calor de lo tragos le sigo el ritmo sin esperanza alguna. Solo quiero seguir viendo su sonrisa a pesar de que sea porque menciona cuan feliz la hace él... Me digo a mi mismo que no importa. Lo hecho, hecho esta y que si ella esta feliz, yo también. Si, ya estoy ebrio. Valiéndome salirme del contexto en el cual ella se esta desenvolviendo, le digo que ya me harte del lugar y le pregunto que si no quiere ir a bailar salsa. Me responde que si, pero que tiene que llegar a su casa antes de las cinco de la mañana. Reviso la hora: tempranísimo. Apenas han pasado dos horas y tres copas cada quien.
–Voy al baño, pídeme otra igual y nos vamos –me grita al oído dándome un beso en la mejilla. Me tomo de un golpe el resto de mi copa.
–Total –pienso– ya la tengo adentro (la pistola, no a Claudia, claro). Claudia regresa del baño hablando por teléfono riéndose a más no poder. Cuelga al sentarse y empieza platicarme que su mejor amiga esta en un fiesta increíble. Al ver mi cara que no sabe como responder a eso, comenta:
–Yo le dije que estoy contigo, y que también me la estoy pasando increíble... –los escenográfos están recogiendo todo. Es hora de irnos–. Apuramos las copas hablando de cualquier cosa. Al salir del Pata negra veo que Claudia busca algo en su bolsa. Se acerca al valet parking y le da un boleto. Mientras esperamos, ella se baja de la banqueta para quedar a la misma altura que yo. Me jala hacia ella diciéndome que me veo guapísimo. Me arregla el saco. Juega con el cuello. Se me queda viendo directamente a los ojos, después a la boca y me da un beso. No digo nada. Camioneta “Hiper trendy” marca Liberty color blanca esperándonos. Nos subimos a su vehículo y antes de cualquier cosa voltea el retrovisor para verse. Se arregla el cabello, se retoca los labios, y se atreve a preguntar:
– ¿Como me veo?
–Increíble –le respondo viéndola a los labios y después a los ojos. Voltea hacia atrás, después hacia el frente, mete primera, se pone el cinturón y acelera.
–Ponte el tuyo –me comenta– ¿o a poco confías en una mujer al volante? –Se ríe. Saco un cigarro para mi pero le ofrezco uno, lo toma, se lo prendo y me dice que soy bien lindo. En el primer semáforo rojo comenta:
–Pues mira Elder, la neta no tenia pensado regresar con mi novio... –yo dirijo la mirada hacia “algo” que no me haga sentir lo que ella esta diciendo.
– ¿No quieres hablar de eso verdad? –Me pregunta. Inhalo de mi cigarro diciéndole que no hay bronca. Ella se ríe.
–...pero... –intenta continuar hablando pero el semáforo cambia a verde, mete primera, acelera, mete segunda y después tercera. Vamos rápido, muy rápido–...no se que pienses tú... –me echa la bolita esperando no se que cosa. Suelto una carcajada. Volteo hacia mi derecha y veo a los de escenografía en una camioneta blanca rebasarnos al tiempo que el chofer me hace el signo del pulgar levantado. Me rió, y le respondo:
– ¿Qué quieres que te diga? Supongo que si regresaste con él es porque te hace sentir bien y pues eso esta chido...
–Pues si, obvio, pero... –para este segundo pero ya estoy de malas– tomado en cuenta que... –se queda callada, mete una velocidad, no se cual– ...nunca me habían escrito nada tan lindo como tú lo has hecho... –mete otra velocidad– ...o sea, como jamás pensé que podría ser la musa de alguien, esta noche... –mete otra velocidad, demasiado tarde, nos toca un rojo y frena– ...es tú noche... –esto ultimo lo dice volteándome a ver como si hubiera dicho cualquier cosa. Yo me le quedo viendo a los ojos y no puedo hablar. No entiendo lo que me trata de decir.
–Pues si no me entiendes, te lo diré de otra manera... –comenta a la vez que se suelta el cinturón de seguridad–...esta noche podemos hacer lo que tú quieras... El resto es historia. Solo que ella no se fue ha la hora que me había dicho. Nos quedamos dormidos hasta el medio día. Yo me desperté al escuchar la regadera. Viendo su ropa en el suelo no daba crédito –el director me dijo que esperara, que no hiciera nada, Claudia ha deber escuchado nuestras voces y me grito:
– ¿No te quieres bañar conmigo? Abrí los ojos sorprendido. ¿Cual es el final de la historia? El guión decía que después de bañarnos ella se iba.
–Vamos a mi casa, me cambio, y después a desayunar ¿no? –Claudia menciono esto mientras sacudía su cabello hermosamente húmedo. Mi cartera grito, no mames, ¿de a donde? Tenía exactamente 350 varos, se lo dije.
–Yo invito ¬¬–respondió mientras me daba un beso de esos largos. Nuestro desayuno fue a las tres de la tarde. Quesadillas en Coyoacan. Caminamos con sendos helados (el mío de chocolate y uva el de ella). Me seguía besando. Estuvimos con los mimos. Me contó parte de su vida. Yo de la mía. Y exactamente a las seis de la tarde menciono:
–Me caes muy bien Elder. Me gustas. Estas lo suficientemente loco para atraer, pero no para espantar y eso esta chido. Y ya siendo sincera, me vale que no tengas varo... pero creo, que no es nuestro tiempo... –mire alrededor, tratando de inhalar otra cosa que no fuera lo que ella me decía, el director me dijo por el apuntador que esperara...
–Pues si... –respondí. Me llevo hasta mi casa. Mire mi reloj: 7:00 pm. Justo al llegar me baje de su camioneta, no quería que la escena quedara tristona. Para mi sorpresa ella también se bajo –eso no estaba en el guión– me recargué en su auto hablando de cualquier cosa. Ella me siguió el juego. En ese momento recordé que su celular lo había apagado la noche anterior (cuando llego a la mesa después de ir al baño al terminar de hablar con su amiga) se lo comente. Rió y no dijo nada.
–Elder yo no se que sea el amor... –empezó hablar y no supe que hacer, eso tampoco estaba en el guión– ...supongo que es darte cuenta de que piensas en alguien y sientes más que bonito... pero donde no me cuadra, es que aunque no te conozco, anoche estuve completamente enamorada de ti... y ojala que tú también de mi... –soltando su risa perfecta, me jalo hacia ella– y este día me la pase súper... –me beso– ...solo quiero que entiendas una cosa, que después de esto no hay nada... que todo estuvo genial pero ahí quiero que se quede... ahí... –me volvió a besar– ...tal vez tengamos el tiempo, en otro momento, en algún otro lugar... –el guión decía que yo tenia que despedirla con un beso y darle las gracias– le di el beso más tierno que pude haberle dado. La abracé y alcance a oler su cuello –ahora olía a Polo Sport– nos separamos. Subió a su Liberty. Prendió el motor. Se me quedo viendo como intentado borrar todos los recuerdos de quien era yo, alcance a notar que suspiró. Me sonrió. Metió primera. Y se fue. Y el director grito:
– ¡CORTE, QUEDA!
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