La resurrección ò Dogma 95.
MANIFIESTO DOGMA ´95 PROMESA DE CASTIDAD
A continuación la PROMESA DE CASTIDAD que firmaron los cuatro cineastas daneses que lanzaron el manifiesto "DOGMA ´95", traducida del danés al castellano. Esta es su versión completa y original. Por: Pablo Salvador (cineasta)
1. Los rodajes tienen que llevarse a cabo en locación. No se puede decorar ni crear un "set". Si un artículo u objeto es necesario para el desarrollo de la historia, se debe buscar una locación donde estén los objetos necesarios.
2. El sonido no puede ser mezclado separadamente de las imágenes o viceversa (la música no debe ser usada, a menos que ésta sea grabada en el mismo lugar donde la escena está siendo rodada).
3. La cámara debe ser manipulada con las manos o apoyada en los hombros (la película no será rodada donde está la cámara; el rodaje debe ser realizado donde esté la película).
4. La película tiene que ser en colores. Luz especial o artificial no está permitida (si la luz no alcanza para rodar una determinada escena, ésta debe ser eliminada o, en rigor, se le puede enchufar un foco simple a la cámara).
5. Usar efectos especiales o filtros de cualquier tipo está prohibido.
6. La película no puede tener una acción o desarrollo superficial (no pueden haber armas ni pueden ocurrir crímenes en la historia).
7. Las alteraciones de tiempo y/o espacio están prohibidas (esto es para decir que la película toma lugar aquí y ahora).
8. Películas de "género" (genderfilm) no están aceptadas.
9. El formato debe ser 35 mm normal (academy format)
10. El director no debe aparecer en los créditos
Desde ahora en adelante prometo como director no ejercer ningún tipo de gusto personal. Ya no soy un artista. Desde ahora en adelante prometo no crear una "obra", ya que considero que el instante y el ahora son más importantes que todo el producto. Mi meta absoluta es forzar la verdad de mis personajes. Prometo hacerlo a toda costa dentro de mis posibilidades y a costa de cualquier buen gusto estético.
Hacemos a continuación nuestra promesa de castidad...
Copenhague, Lunes 13 de Marzo de 1995.
Hay quienes dicen que no es posible pensar en una resurrección de la nueva ola francesa con la aparición del cine Dogma; incluso hay los que dicen que la nueva ola simplemente murió con el post68 de Godard; sin embargo y es preciso en este punto en el que trato sobre la relación Dogma - Nueva ola que quiero extenderme. Yo particularmente me sumo a los que creemos que después de varios años algo es posible recuperar y que desde lo subterráneo del arte cinematográfico nace una nueva ola, la nueva ola de los 90 o su resurrección con el proyecto Dogma .
Hoy día las películas más interesantes provienen de Irán y Dinamarca y sin temor a que se me tome por loco o tal vez radical me atrevo a expresarlo.
Naturalmente puede tratarse de una verdad a medias y digo a medias, porque no sólo en esos países hay auténticos cineastas de talento, comprometidos con proyectos de interés. No obstante, hoy día no hay festival que se precie, sin regular presencia de directores de origen iraní, chino o escandinavo.
Por lo que respecta al cine iraní, éste sufre un injusto doble maltrato: por un lado las restricciones impuestas por el aparato religioso (la censura parte de los ayatollahs); y por otra parte, las dificultades propias de las cinematografías del tercer mundo para poder distribuir con ciertas garantías sus productos en un mercado copado por las apasionantes películas de acción de las grandes multinacionales.
Afortunadamente, en las salas de arte y ensayo de Irán comienza a multiplicarse un público con otra sensibilidad. Directores como Abbas Kiarostomi (co ganador de la palma de oro de Cannes 98 por El sabor de las cerezas), Yapar Panahi, Mohsen Makhmalbaf, y su hija de 18 años Samira Makhmalbaf son bien recibidos por el público y la crítica habituales en los cines de versión original.
Incluso, algo extraño pasa en Hollywood cuando en el egocéntrico apartado de nominaciones a la Mejor película de habla no inglesa del 98 figuraba la iraní Children of heaven de Majid Majidi.
El secreto de estos filmes radica en articular historias sencillas, muchas de ellas a través de la mirada de niños; puestas en escena con gran belleza y naturalidad (la inevitable economía de medios implica, entre otras cosas, el uso de actores no profesionales y en una mayor esencialidad). Y no se tratan de estereotipos sino de personajes cercanos, de carne y hueso, con anhelos comprensibles (la búsqueda del amor, de una mayor libertad, de no encontrar sentido a la vida, etc.) y todo ello se explica con honestidad, una entrañable humildad y gran dosis de poesía.
¡Casi nada!
Algunos estudiosos encuentran grandes paralelismos con el neorrealismo italiano y con las obras de determinados maestros como el francés Jean Renoir o el bengalí (India) Saatyajit Ray; en cuanto a las características antes citadas, por lo que podríamos decir en estamos frente a filmes de gran contenido humanista (búsqueda de la naturaleza humana, mirada comprensiva de sus personajes, etc). Eso es cierto, si bien pueden encontrarse diferencias, tales como una carga crítica menos obvia (lógico, dado el carácter fundamentalista y, por tanto represivo del gobierno) y lacerante que el neorrealismo, aunque en absoluto inexistente.
Tras esta breve reflexión sobre el cine iraní, entramos de lleno en el proyecto Manifiesto Dogma 95, tantas veces bautizado como nueva ola de los 90.
Un movimiento impulsado por críticos de enorme influencia (escritores de la revista Cahiers du Cinema). Sus opiniones devolvieron ciertamente el prestigio a directores totalmente olvidados o marginados (sin ir más lejos, y como máximo exponente de lo dicho, Hitchcock era considerado en los EEUU simplemente como un director comercial, hasta que Truffaut y Cia, le colocaron en el pedestal del que nunca debió faltar)
Como directores de películas, y ya lo hemos citado anteriormente, impusieron un estilo de hacer cine, tal que hoy no seria posible o no se entendería la obra de muchos autores contemporáneos (Casavettes a Jarmusch, pasando por Schrader o Altman).
Pues bien se gesta entonces en Dinamarca en el año 1995 el mencionado proyecto Dogma, que sin duda se abrirá paso en otros países. La filosofía del mismo radica en devolver al cine el espíritu original que tenía el cine mudo hace exactamente un siglo cuando nació con los hermanos Lumière.
Se trata de depurar la estética de las películas evitando todos los trucos y artificios que se han ido incorporando a lo largo de la historia del cine, y que hoy nos parecen indispensables. Es decir, se pretende desnudar las imágenes para así conseguir una mayor naturalidad formal, pero sin perder condensación conceptual.
Para ello se ha creado un decálogo de mandamientos que resumirá en situar la acción de las historias en tiempo presente (imposible, por tanto, llevar a cabo películas de época o futuristas), evitar decorados trajes, maquillaje, iluminación distinta de la natural, sonido de estudio, etc. Porque pueden perjudicar la naturalidad con que se representa la realidad.
Tampoco se permite el uso de grúas, trípodes u otros instrumentos (la cámara debe estar ubicada a mano ò cámara al hombro). Asimismo, en los créditos no puede aparecer el nombre del director (lo cual es una boutade, ya que cualquier persona que va a ver una película de Dogma, conoce de antemano el nombre del director.)
Por otro lado y dado que el cine actual adolece de ausencia de cineastas comprometidos con propuestas estéticas diferentes a las películas industriales de consumo rápido, resulta singular que un grupo de directores apueste tan decididamente por una forma radicalmente distinta de hacer, entender e incluso reinventar el cine.
Naturalmente, muchas historias no pueden estar todas bajo el patrón encorsetado de Dogma, por lo que se reduce la diversidad tematica (el peligro de un empobrecimiento endogámico en el medio plazo es evidente). Del mismo modo, anclarse en una única propuesta puede indirectamente mutilar la calidad de una película (supongamos, por ejemplo, que un escritor decidiera prescindir de las palabras que comienzan por determinadas letras. Sin duda tendría un merito adicional obtener una obra bajo esas circunstancias, pero impedir vías de expresión limitaría posiblemente la obtención de una obra mayor.
No obstante, las dos primeras películas conocidas dentro de Dogma ya estrenadas han resultado de una calidad fuera de toda duda.
La primera película que mencionamos dentro del catalogo de Dogma 95 es Idioterne (titulada en nuestro país como Los idiotas) por Lars Von Trier. Esta es una opinión muy personal, pero creo que estamos ante un cineasta inclasificable en el actual panorama cinematográfico.
Su primera película, El elemento del crimen no fue estrenada comercialmente en nuestro país, sino que la hemos podido llegar a ver gracias a la pertinente clasificación de un video club o de la cinemateca. Narra una historia detectivesca, totalmente confusa, mero pretexto para experimentos estéticos, tales como el uso de atmósferas asfixiantes en tonos amarillentos febriles.
Con Europa se dio a conocer en círculos más amplios de espectadores. La historia de reconstrucción de la Alemania post- nazi, a través de una singular galería de personajes tiene su merito en su elaborada puesta en escena, conjugando en muy clásico blanco y negro; estupendamente utilizado para manipular emociones.
Ante su película, Breaking the waves (Rompiendo olas en su titulo doblada al castellano), solo me cabe el inapelable calificativo de obra espectacularmente pensada y dirigida.
El film logra de manera espectacular una conexión con el público pocas veces vista en sala, haciendo que el mismo se involucre en la brutal historia (en parte por la impecable composición de Emily Watson, finalista aunque no ganador del Oscar ese año; decisión que será en el futuro otro nuevo motivo de mofa sobre los premios americanos).
Se cuenta un milagro. Los hechos de una persona con una capacidad tan desmesurada para amar a su pareja que es capaz de aniquilarse a sí misma totalmente ante el convencimiento de su acción como prueba de fe ante dios, ha de proporcionar un milagro salvando a la persona amada.
Tras esta inmensa película, llega Idioterne, primera de la saga Dogma, que reune a varios trentones que en situaciones de la vida cotidiana actuan como si fueran retrasados mentales, provocando violentas (en cuanto embarazosas) situaciones. Se trata de sacar de su interior al idiota que todos llevamos dentro como gesto de protesta anti-sistema.
A todos los participantes se les exige un cumplimiento mínimo estricto de la idiotez, lo cual lleva a una de las participantes a cuestionar la ética de dicha burla con respecto a los auténticos retrasados; siendo la prueba de fuego la actuación de idiota ante seres conocidos o familiares. La lucidez de Von Trier nos lleva a la imposibilidad del cumplimiento de esa actitud en ese contexto personal.
Con Festen (Celebración en su versión doblada al castellano) llegamos a una de las películas decisivas del año 99. Thomas Vinterberg consigue imbricar historias paralelas en cuanto a su denominador comùn (una celebración familiar: el aniversario del patriarca) mediante un estilo totalmente Dogma, dosificado adecuadamente los momentos de agresividad física y psíquica, asi como los de serenidad.
La revelación ante familiares y amigos, por parte de uno de los hijo de los abusos sexuales que les propinaba el homenajeado padre lleva en un primer lugar, al rechazo a tales manifestaciones y al desprecio a quienes las defienden con un sentimiento de ciega solidaridad con el padre; una posterior toma de conciencia de esa posible realidad pasada y finalmente, el rechazo del clan del padre incestuoso.
Uno de los elementos dominantes en la celebración es el estilo en el cual se presenta. Usando una cámara fotográfica inestable, hand- held con iluminación natural y poco o nada de post producción (con excepción de transferir la imagen video a una negativa en 35 milímetros), el acercamiento de Verterberg mímico la mirada de una película casera. El efecto es hacer que el espectador se siente como él o ellas parte de la acción; un observador impotente asentado en la tabla con todos estos individuos. Es una experiencia somestimes unnerving. Los caracteres llegan a ser verdaderos nosotros, y sus acciones adquieren una importancia dentro de circunstancias mínimas.
Dancen in the dark (bailando en la oscuridad)
Selma, madre checa y soltera emigrada, trabajo en una fábrica de América profunda, los años 60. Su seguridad, es su pasión para la música, especialmente las canciones y las danzas de los musicales grandes de Hollywood. Selma mantiene un secreto pesado: pierde la vista y su hijo del gene sabrá el mismo sino, excepto si tiene éxito en poner el dinero en lado bastante para pagarle una operación. Cuando un vecino del surendetté demuestra con las torceduras Selma para haber robado sus economías,
el drama de su vida se intensifica para acabar en apoteosis trágico. Afortunadamente, un ángel del guarda toma cuidado; su mejor amiga Kathy.
Se trata de un film que nos trae Von Trier con la bellísima Bjiork un trabajo nuevamente impecable, un film bastante no contemporáneo en correspondencia con el movimiento , esos detalles técnicos que lo hacen parte de un ejemplo valido para el mismo; viene cargados de variaciones; para citar un ejemplo sin nos fijamos detenidamente en el juego con respecto a la posición y movimiento de cámara nos percatamos que estamos observando un film de arte y ensayo con mucho de Dogma; travelling circular en sobradas ocasiones, planos horizontales unidos seguidamente a otros totalmente verticales, movimientos bruscos de cámara que dan la sensación de cierta inseguridad en el cámara man; puede que en la posición o en el control , en este film es claramente observable que hay encuadre, solo que no convencional; pocas son las escenas en que los personajes se encuentran totalmente y como debiera ser e cuadro; el uso de los planos medios u americanos y planos detalles de corta duración dentro de una sola secuencia, es claro que podemos hablar de una critica al cine clásico Hollywoodense dado que lo que se planteado aunque no termina siendo un musical es una critica al musical, nos presenta un musical en el que no todo marcha bien y por ende no todo termina bien como debiera ser de ser un musical con todas las de la ley.
·Une Certaine Tendance du Cinéma Française de François Truffaut. (1954)
Nùmero 31 de Cahiers du cinema
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Une veritable historie du cinema de Jean luc Godard.
·De la liberación a la “Nouvelle Vague”.
Cahiers du cinema año 1974.
Manifiesto Dogma 95,extraido en prestamo del Centre National de Cinema Française. Universite LUMIERE Lyon II
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