Cuando me veo y toco
yo, Juan sin Nada no más ayer,
y hoy Juan con Todo,
y hoy con todo,
vuelvo los ojos, miro,
me veo y toco
y me pregunto cómo ha podido ser.
Nicolás Guillén
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Sí.
Ahora que lo pienso,
que reflexiono
en las tantas
y tantas noches
bajo la estrella,
creo.
Creo.
En el sentimiento
que aguarda
en lo futuro,
que hace un recinto
de la espera.
Recuerdo,
que aprendí a soñar
con tu cadencia,
con tu voz ahogada
en los litorales,
y tu cuerpo presentido
en la noche de la isla.
Llamabas a mi nombre
desde lejos, desde la
orilla descarnada.
Y yo, pequeña,
ajena a tu existencia,
seguía soñando
con tus labios
ágiles en el aire,
con los brazos
de caña durmiente,
buscando
con ansiedad
los olores prometidos
en mi niñez,
tornando mis ojos
al deseo de ti.
Siempre amé
los sones
de los negros
de tu pueblo.
Agoté la palabra “flor”
Deslicé la estrella
por mi vientre
y me bañé en el mar
“gigante azul abierto,
democrático,
en fin, el mar”
Por eso,
cuando te veo y toco
Juan sin Nada
y hoy Juan con Todo,
y hoy con todo,
vuelvo los ojos, miro,
te veo y te toco
y me digo que ha podido ser.
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