Esa tarde se encontraba sentado frente a la tenue y escurridiza luz de aquella vela, sus labios silenciados por la ansiedad y los múltiples pensamientos que inundaban su mente.
Sus ojos bien abiertos, y su mirada perdida en el infinito reflejaba el azul del cielo que ya empezaba a tornarse naranja con el caer de la tarde.
Sus manos, inquietas como siempre, se movían indecisas sobre la mesa rebotando una pequeña figura de felpa; su cuerpo lucía rígido, quizá era la rutina o simplemente la soledad.
Ahí en la mesa, una cafetera de porcelana y junto a ella la taza aún vacía, una tacita de azúcar y una pequeña cuchara.
La habitación inhalaba un aire de recuerdo que se mezclaba con los cuadros de la pared, un demonio de tasmania, su nombre en letras de colores, una fotografía y un afiche de pared. Los muebles parecían asociarse a la melancolía que se respiraba.
Por fin surgieron de mis labios las palabras y sólo atine a decir: ¿Ya tomaste tu café?
- ¿Cómo?, ¿Mi café?
- - Si, dicen que el café ayuda a la digestión
- ¡Bromeas! –sonrió
Sin embargo tomó la cafetera y llenó la taza, el aroma era inconfundible, parecía transportarnos en el tiempo y en el espacio.
- es café colombiano- dije- bébelo lentamente, con calma
- ¡está delicioso!- exclamó
Su mirada parecía volver a la realidad, a la habitación, a la mesa y al café
- ¿Ya tomaste tu café?
- ¿Cómo? ¿Mi café?... ¡me estás viendo!
- Dicen que el café puede hacer que adquieras muchas riquezas, canceles todas tus deudas y trae a tus brazos al amor de tu vida.
Esta vez su sonrisa iluminó la habitación
- ¿te refieres al café de Colombia?
- A ninguno en especial y a todos en general
Mirándome a los ojos bebió nuevamente, su mirada llevaba dentro preocupaciones, recuerdos, amores ingratos…
- ¿Ya tomaste tu café?
- No entiendo, ¿me preguntas a mí?
- Dicen que el café es el único capaz de hacerte lograr todos tus sueños
- ¿El café?
Esta vez su rostro estaba serio, seguía mirándome fijamente como queriendo preguntar algo, miraba la taza aún con un poco de café que seguía expandiendo ese enloquecedor aroma.
- ¿te has vuelto naturista o algo así?
Sonreí con picardía – NO, ¡pero vieras como me veo al natural!
- apuesto a que si- sonrió también – pero, ¿a qué te refieres con el café?
- Mira – le dije – hay tantas cosas que nos ahogan desde hace tiempo: tus miedos y mis dudas, tus ideas y mis convicciones, el mismo tiempo y la distancia ¿te has puesto a pensar lo que hace el café?
- ¿el café? No lo sé
- Solo basta una cucharadita y lo cambia todo, el agua, la taza, la habitación
- Y eso que tiene que ver
- “La vida es el café”
- ¿la vida?... ¿el café?... No entiendo
- Las dificultades como el fuego son transición, más el café al pasar por el fuego logra sacar de sí todo su aroma y sabor
- ¿te refieres a nosotros?
- A nosotros No, a ti y a mí
Tomó la taza y llenándola nuevamente sonrió:
- tienes razón, es hora de tomar el café
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