MISIVA DE UN SECUESTRADO  
 
Con tristeza de la selva, 
que cruel erosiona el alma, 
hoy escribo esta misiva 
con llanto y luz de una llama 
para pedirles clemencia 
a los caudillos de fama, 
que deben tener conciencia 
de cuidar la vida humana. 
 
Estamos bajo la fronda 
de una indolencia añosa 
con la parca que nos ronda 
como  abeja venenosa 
la cual se pasea oronda 
con la caterva medrosa 
que dispara a la sombra 
por presencia de la tropa. 
 
Aquí estamos defensores  
de la patria y democracia 
sin que oigan los clamores 
dirigentes de importancia, 
que dicen ser salvadores 
del pueblo con ignorancia, 
mientras reciben honores 
de la falaz democracia. 
 
Son aquí, los compañeros 
la soledad y la tristeza, 
el hambre del pordiosero 
entre el tedio y la pobreza, 
el enfado, los agüeros, 
el maltrato y la rudeza 
de todos los carceleros 
demostrando su torpeza. 
 
Aquí está goteando el tiempo 
en clepsidra lentamente 
y en medio del sufrimiento 
horadando  nuestras mentes, 
hasta perder el aliento 
como tristes indigentes 
que mueren sin alimento 
ante seres inconscientes. 
 
Vivimos encarcelados  
como reales animales, 
sin libertad e infectados 
por insectos infernales, 
que parecen ser enviados 
por los propios criminales, 
para matar secuestrados 
que luchan por sus ideales. 
 
Pretendo  que esta misiva 
viaje por el mundo entero, 
que la lea el artista,  
el maestro y el obrero, 
estudiantes  e idealistas, 
el pastor y el consejero 
para que la gente autista 
se apiade del prisionero. 
 
Y es que ¿Hasta cuando este grito 
se quedará en las montaña? 
Sin eco en el infinito 
y atrapado en la maraña, 
sin que escuche el Dios Bendito 
el llamado de las almas 
que mueren en el olvido  
por un tirano con armas. 
 
 
 
 
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