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Mi bisabuela Felipa Fuentes Leira nació en 1899.

Fue mi bisabuela por parte de mi madre. La madre de mi abuelita materna.

Nació en un pueblito cerca de Venezuela, llamado San Luís, en el Norte de Santander, Colombia.

Su familia ingreso al Estado Táchira huyendo de una guerra terrible, cruel, que hubo en Colombia cuando ella nació: la llamada "Guerra de los Mil Días".

Eran refugiados, como le diríamos hoy.

Se mudaron a Ureña, donde nacieron todos los hijos de Felipa: mi abuela, mi tía abuela, el resto de sus hijos, 9, todos varones.

En total, Felipa tuvo 11 hijos.

En Ureña también nació mi madre.

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Mi bisabuela Felipa Fuentes fue hija de un pobre campesino indígena colombiano, sin tierras, y una muchachita "de familia decente", familia de comerciantes, de origen español, posiblemente gallego, que huyo con el porque se enamoraron y su familia no acepto jamás esa relación.

Mi tatarabuela enseño a su marido a leer...

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Mi bisabuela Felipa creció en medio de una gran pobreza.

Era una mestiza, con fuertes rasgos indígenas.

Su hija Lola, mi abuela, era blanca y pecosa como su abuela, Lola.

Todos los demás hijos de mi bisabuela tenían fuertes rasgos indígenas.

La gente, ignorante, le decía a los hijos de Felipa: "No pueden ser hermanos de Lola!"

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El padre de Felipa trabajaba en una hacienda, como jornalero, ganando un sueldo de miseria.

La madre de Felipa sabía coser delicadamente.

Mi bisabuela Felipa amaba la escuela.

La pusieron en una escuelita gomecista en 1909, la única existente en Ureña. La escolaridad llegaba hasta el 4to grado.

En el salón había una foto del General Gómez, el "Cesar Democrático", según lo califico uno de nuestros "insignes" liberales, Vallenilla Lanz.

Según me contaron, en aquellos años los niños que se escapaban de clases eran "agarrados" por la policía gomecista, llamada "La Sagrada", y eran enviados a su casa para que sus padres les aleccionaran a volver a la escuela.

Las maestras y maestros estaban autorizados para golpear a los niños severamente ante estas faltas.

Pegaban duro, durísimo, hasta reventarte las venas de las piernas...

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Esa es la historia corriente.

Pero mi bisabuela Felipa nunca escapo de la escuela.

Mi bisabuela amaba la lectura. Iba a la escuela con una inmensa hambre de conocimientos.

Era alumna aventajada.

Mas un día, llego el ultimo día de escuela.

Llego el fin del Cuarto Grado.

Mi bisabuela lloro, pataleo. Se aferro a la escuela.

Rogó que la dejasen continuar.

Ante la negativa de maestros, decidió escoger lo que hoy llamaríamos "la resistencia pasiva".

Siguió yendo a la escuela, a pesar de ya haber aprobado el Cuarto Grado.

Se sentaba todos los días en el salón de clases, como si nunca hubiese llegado al tope de escolaridad permitida.

Los maestros se alarmaron.

Llamaron a "La Sagrada".

Y se la llevaron, amarrada, a su humilde choza.

Y allí advirtieron a sus padres:

"Es pobre, es india, es mujer.

No hay mas escuela para ella".
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Mi bisabuela Felipa tuvo 11 hijos.

Su madre la enseñó a coser.

A Felipa la llamaban "manos de oro" por sus hermosos trabajos manuales.

Escribía preciosamente. Sus ideas eran profundas y simples, al mismo tiempo.

Amaba comunicarse por carta con sus hijos que vivían en Caripito y trabajaban en los campos petroleros de las compañías norteamericanas.

En 1944, su hijo mayor, mi tío Francisco, justifico ante Felipa esta decisión, por vía epistolar, de esta forma:

"Madre: trabajamos muy duro porque queremos ser libres de la pobreza, de la miseria, del hambre, de la desesperación. Cuando tengamos algún dinero, nosotros los hermanos, juntos, seremos nuestros propios amos y seremos libres al fin".

Jamás sucedió.

Uno de los mas importantes consejos que le dio a mi abuela Lola, a quien su primer marido le secuestro sus dos hijos mayores, fue:

"Hija mía:

El mejor marido de una mujer es su maquina de coser

Mi bisabuela Felipa, feminista e inteligente, pudo ser una intelectual, pero las condiciones socioeconómicas del país, la opresión clasista y el machismo se lo impidieron.

Cuantos "escuálidos", que miran con odio y desprecio al pobrerío humilde que acompaña esta revolución patriota y bolivariana, que los llaman "ignorantes", olvidan sus propios orígenes...

Si los recordaran...

Texto agregado el 04-02-2008, y leído por 190 visitantes. (1 voto)


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