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Penelope...
Penélope al volante con su mirada lela y perdida... En su rutinario regreso del trabajo, manejando instintivamente por el acostumbrado camino que recorrería vendada sin error alguno.
Con su mente aturdida por tanto ruido que lleva dentro y en blanco por no saber a cual de sus pensamientos atender, de repente el ruido de una bocina le recuerda donde esta y se pregunta: apenas voy por aquí... ay... Penélope tu falta de atención aun te asusta y te sorprende... si siempre has sido igual de elevada...

Ahora su atención se concentra en compañero inseparable: su auto... su mano derecha, herramienta principal y fundamental en su vida diaria...
Tan destrozado como su alma,
Tan desgastado como sus ganas,
Pero tan guerrero y fuerte como su dueña,
Agonizante a ratos...
Burla para muchos, vergüenza para otros
Admirado por algunos y odiado por otros, pero ahí, firme, respondiendo lo mejor que puede con lo poco que le queda, increíble, al menos con el aun puedes contar…

OK, llegaste a casa, fueron casi 2 horas de recorrido, entre la recogida de tu madre de su trabajo, la de tu hijo en la casa de su amigo, el trafico, luego tu bebe de su escuela… y tu mente igual, miles de pensamiento y recuerdos rebotando sin parar, tiempo malgastado te reprochas sin cesar.

Tan atariada como siempre, llegas a tu puerta con tanta prisa como si te estuvieran persiguiendo, tan agitada como si hubieses corrido una milla y agobiada por el calor infernal al que no le puedes huir, “ansiosa” por continuar tu labor diaria... entras... descargas todo en el piso y sigues con la misma prisa con la que te levantaste, tal vez mucha mas, porque? Ni tu misma lo sabes, solo actúas como una maquina a la que quieres perfecta, a la que sin consentimientos le pides cada vez mas, abusando de su fortaleza y capacidad.
Ay... Penélope, Penélope…

Al fin terminas parte de tus quehaceres, parece, les diste la comida a todos, los atendiste, los consentiste y te vas para el baño, buscando un poco de privacidad, te sientas por fin con un poco de calma, tomas aire profundo.. Profundísimo y aun así no puedes evitar que la cotidiana lágrima ruede... mirando a tú alrededor, la pregunta sin fin y sin respuesta: porque?

Porque esta suerte para mi?
Porque esta normalidad en tu vida?
Porque este vació inmenso si lo tengo “casi” todo?
Porque la angustia y la ansiedad?
Porque la falta de paz?
Porque eres “tanto” y te sientes invisible?

De repente, una vocecita te llama a la puerta y reaccionas, te lavas la cara y sales en su búsqueda, si, son ellos tus hijos, tu vida, recordándote donde estas y que no estas sola, incansablemente dándote motivos y fuerzas para continuar el camino, que tanto complicas.

Suena tu teléfono... alguien te llama... tu corazón se acelera y corres a ver quien es, tu angustia aumenta al no saber donde esta, solo suena y suena... cuando lo encuentras por fin miras… Oh! es tu amiga Maria... contestas y como todas las llamadas que recibes, es para pedirte un favor... y de paso descargar toneladas de peso ajeno en ti, pidiéndote opinión sobre sus desdichas y llevándote a ellas para sentirse menos sola...
Penélope, Penélope... pareces un imán, que no bastándote con tu propio peso atraes mas...
Ok, piensas, ahora que? Te sientas a ver TV, es tan reducido tu espacio que no tienes más opción o muñequitos con tus hijos o novelas con tu mama, pero igual sigues lejos.

Ok tratemos el email, piensas.. Y te ilusiona mucho la idea de que tu amorcito te haya escrito alguna nota, aunque sabes que es un poco remota, pero bueno, veamos...nada, solo la misma clase de mensajes power point que de 10 que te envían 1 es interesante, que pereza...Ultimo recurso, preparemos un postre, el mas dulce que conozcas, es lo que necesitas ahora, te encanta, es muy buena terapia... Hacer algo tan rico, que en momentos como estos, te endulce aunque sea el paladar.

Ay... el teléfono otra vez, increíblemente otra vez ese vació en el estomago, te agitas, te angustias, al menos lo dejaste a la mano y SI, es el... tu rayito de luz, ese regalito que no se deja abrir, el tesoro que te tiene viva la ilusión, tu rosa en la botella de cristal, ese corazón que te alaba y te ama solo cuando el suyo se lo permite…

Penélope, Penélope, pareces una adolescente, reaccionando aun así por tan solo una llamada… tan esperada y tan anhelada que por eso tarda tanto en llegar...
Respiras profundo otra vez y solo pides por favor..”Dios mío que sea una buena y agradable charla”, contestas y Sorpresa! para pedirte un favor. No mentira ni te sorprende tanto, y piensas... Bueno al menos piensa en mí, derrumbándote por dentro. Cuelgas agradeciendo lo tranquila y normal que estuvo la conversación respirando hondo y secándote el rostro inundado de desesperanza e infortunio.

Penélope, eres tan especial y tan buena que ni siquiera provocas ganas de pasar el rato, lo bueno es que vas a tener una excusa para acercarte y no te toco esta vez inventártela tu.
Te has convertido en tu propio verdugo, sin piedad alguna, no bastándote con vivirlas, te torturas restregándote tus propias injusticias, a diario, como para que no se te olvide lo miserable que eres y como en una competencia, midiéndote el grado de resistencia, disfrutando morbosamente de tu desdicha...
Que fuerza, que capacidad de aguante, eres admirable... te auto animas, aferrandote a las cosas que mas daño te hacen para fortalecerte según tu... y cuando llegue el momento de la recompensa, gozarlo y disfrutarlo tan plenamente que habrá valido la pena soportar tanto dolor...
Ay Penélope... lo anhelas tanto también que sueles confundirte con cualquier muestra de agrado hacia ti.
Que bueno que al menos ya habiendo ubicado uno de los motivos de tanta desdicha, y cansada de alimentar la ilusión con falsas esperanzas, le cortes a la intensidad y aprendas a aceptar, que lo que te viene, es más de lo que pudieses esperar, así no lo sea.
Basta ya de ser tan ilusa!
Basta ya de creer en esa vida rosa que según tu dependía de ti para alcanzarla y aprende a utilizar tu “gran” fortaleza en enfriar el infierno de tu corazón, sediento de un poco de amor.
En algún momento de tu vida pensaste, que las personas que pedían dinero en la calle, era los únicos mendigos... ahora solo basta mirarte al espejo.

Pensaste que era poco lo que pedías y resulto inalcanzable para ti.
Tanta bondad y tanta belleza de nada te sirve, te consta, que están mejor correspondidas personas que no aplican ni la mitad de los principios que tu, y consideras la posibilidad de actuar como ellos, pero definitivamente la descartas por que dejarías de ser tu...

Entonces decides continuar tu vida tal cual, y más bien mermarle al reproche, como alguien te dijo alguna vez:

“ERES ARTE Y EL ARTE DUELE...”

Texto agregado el 03-02-2008, y leído por 123 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
04-02-2008 Bellisimo, a veces todos somos PENELOPE Hubeca
 
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