DAME UNA CONSIGNA, BOGGIE...
(Narrativa breve, fragmento de Sin embargo sigo Aquí...)
Psicodélica y pelo largo. Música Beats. Década de los 70. Dame una consigna, Boggie. "Piedra, papel o tijera..." ¿Qué contar de aquella época?
La ciudad de Rosario estancaba su progreso con los milicos en el gobierno. Un Pablo el Enterrador, escéptico y casi marginal hacía su rock de protesta, como una música de culto.
Para nosotros los más chicos nunca faltaban algunas golosinas que traían los abuelos, ni el billete nuevo debajo de la almohada que te dejaba "el ratón Pérez"...,todo a cambio de tus dientes de leche.
De algo estoy seguro. Si tenés menos de veinte años, seguramente sos de los que juegan a la play, y no conocés de carreras en el asfalto con autos de plástico rellenos de masilla y con una cuchara en la parte delantera. Si tenés algo más de cuarenta, seguramente sabés quien era el 'Trinche' Carlovich por lo que te contaron o leíste, pero nunca pudiste disfrutar de su magia de jugador de fútbol en una cancha con la casaca de Central Córdoba.
Pero esa es otra historia...
Cambiar figuritas de los ídolos en el patio del colegio era una vieja costumbre. Si eras de los más 'pendejos' siempre aparecía algún gringo grandulón y te decía que te daba un toco de figuritas por una tuya. ¡Claro!, lo que vos no sabías era que esa que tenías en la mano era la más difícil del álbum. Quizás esa, la del 'Trinche'.
Bastaba un grito de "piedra libre para todos los compañeros" y una seña formal de salvar a los amigos en un recreo. No era raro que tuvieras pocos 'compinches' en el grupo. Una condena y peor castigo era que te hicieran escribir cien veces "no debo".
Las discusiones terminaban con un "pan y queso", y en las esquinas las amenazas no llegaban más que a un par de piñas y walgunas arremangadas. Al grito de "el último es cola de perro", al correr sentías que el corazón te salía del boca. Siempre hubo chicos malos. ¿Pero?
¡Que envidia daría hoy!, donde el querer todo a cambio de nada, donde el individualismo dió paso a la marginalidad. Sin darte cuenta el asesino pasa a tu lado, sonrisa plena, perfil bajo, con su corsel mécanico bajo la luna, un revolver oxidado y una bala para su ritual.
¡Envidia, qué palabra Boggie! Si la envidia fuera tiña, muchos fiel a su estilo darían consejos con aires de sabiduría diciéndote la lapidaria frase: “El silencio del envidioso está lleno de ruidos, de Khalil Gibran”, mientras señalan con su dedo índice y ponen cara de madre hincha pelotas. Detesto esa gente que no puede escucharte en silencio y encima los idiotas de turno tienen siempre un refrán, una frase hecha, o quieren darte “un buen consejo”. Si me conocieran, como dijo Oscar Wilde “ Siempre es bueno dar consejos, pero darlos buenos es fatal. ”
Vuelvo del lapsus filosofal…
Si eras niña jugabas con la valijita de cartón que venia la cocinita y todos los utensilios. Imaginabas tomar té con tus amiguitas. O con la muñecas con trencitas.
Ni hablar de las 'lloronas' Joly Bell siempre venían tan armadas y prolijas, y cada vez que te compraban una nueva prometías que a "esa" la ibas a cuidar siempre, pero, ¿quien no le arrancó la cabeza?, o peor ¿quién no le arruinó el pelo...?
Había días de opio en el secundario, faltas sin aviso. Siempre un día melancólico para justificar la 'rabona'. Billar y reunión para un faso. Cualquier discurso venía como anillo al dedo. Mujeres, café, y fútbol. La suerte de la huida hacia el famoso Sol de Mayo ya estaba echada. Allí una de vaqueros: 'Por un puñado de dolares ', con Clint Eastwood; Lee Van Cleef; Gian Maria Volonté. ¡Imperdible.! Y dos más hacían que la tertulia sean cómplices y placenteras.
El lado B . Los estudiantes universitarios pegaban carteles anunciando las próximas votaciones y los bailes de fin de curso. ¡Woou que época! La de los cines de barrio y el 'continuado' con tres pelis al hilo.
Mientras el caos.
En la radio empezaba a sonar Canción para mi muerte, de Sui Generis, un dúo nuevo liderado por un chico de lentes y bigote bicolor, ese de apellido García.
El Ejército y la Juventud Peronista organizando juntos el Operativo Dorrego para ayudar a los inundados; la masacre de Ezeiza, el ERP que copó el comando Sanidad y pasó a la clandestinidad, la renuncia del Tío y nuevas elecciones, Lastiri, el brujo, la sangrienta Triple A de Lopecito, el voto a Perón-Perón por afano, los mocosos imberbes que el Viejo echó de la plaza, el Pacto Social de Gelbard, el asesinato de Rucci, el Rodrigazo del bien reputeado Celestino, Lopez Rega el brujo y el clima cada vez más espeso.
Ahora corría el verano del 74 con la nieve loca y la pistola de agua. Somos de los bailes de Unión y Progreso, Echesortu y Provincial. Y aquí me paro. Entre paréntesis acoto algo. Un paréntesis mentiroso. Un punto y aparte reflexivo. Me paro como si me hubiesen dado el tiro del final. Seco de imaginación recurro a vos, otra vez Boggie. . Cosa rara. Asumo la responsabilidad. Observabas todo como espía de entrecasa. Subido a la cima de una terraza floreada ladrando tu arenga por la bicicleta que nos acorraló en aquella bocacalle.
Boggie me mira, intuyo que me mira, se que me observa, abre esos ojos punzantes, como queriendo decir algo, o si su visión fuera de otra galaxia, del más allá, chasquea la lengua, muestra sus colmillos como si quisiera herirme, gruñe, traga saliva, mueve su cola.
Ese largo periplo empezó con Lanusse y terminó con Perón, literalmente. En el medio hubo de todo. Cámpora al gobierno, las cárceles abiertas, Galimberti echado por pretender armar milicias populares. Los almuerzos con Mirta, Música en libertad, el Si lo Sabe Cante, los dos Tatos, el de la censura y el de la risa. En medio de toda esa maravillosa cholulería e impunidad política, aparecieron ellos.
Los genocidas de la Argentina. Pero como dije por allí esa es otra historia.
*Boggie, es mi perro. No se dá cuenta de lo que escribo. Pero lo huele como si fuese el sabueso de Bogart con su perramo.© |