Ese día estabamos viendo televisión, tomaste el control y apagaste el aparato ese te pregunte que era lo que pasaba y me miraste a los ojos, me hipnotizaste, me rendí en tus brazos que me enlazaban y en el licor embriagante de tus besos.
Comenzaste besandome mi boca, mientras nuestras manos recorrían suave pero desesperadamente nuestros cuerpo, tú tocabas mis piernas y comenzaba a bailar por tu espalda; una vez que tomaba tus pechos, nada podía detenerme, era yo el dueño de tu cuerpo, los tocaba tal cual como te gusta, suave pero con seguridad, y en ese momento comenzabas a abrir más tu boca, te excitaba tanto que comenzaste a morder mis labios hasta que yo me detuviese.
Comenzé a morder tu cuello y a besarlo también, cuando comenzaste a acarciarme el entrepiernas, me miraste sabiendo que yo caería más y más hasta rendirme, pero fallaste; comenzé a sacarte la polera, mientras me desabotonabas la camisa, me saqué la camisa mientras me besabas el cuerpo, tu lengua quemaba mi pecho y mi estómago, pero era mi turno y desabroché tu sostén, tus pechos en mi cara, mi boca en tus pezones que duros como roca y calientes como yo estaba, comencé a estimularlos como te encanta y cada vez caías más y más.
Me desabrochaste mi pantalón y mientras me los sacaba, tú te sacabas los tuyos, me rompiste los calzoncillos y empezaste a succionar mi genital tan rápido y tan fuerte que yo ya quería terminar, le pasabas la lengua rápidamente, me mirabas con odio y de la misma manera lo mordías, no querías que terminara.
Tomaste mi cuello con rabia, juntamos nuestros cuerpos, tú arriba y yo abajo, como lo deseabas, me ahorcaste con rabia y me dijiste que me amabas. Nuestras siluetas danzaban al vaivén de nuestro amor, el fuego que teníamos dentro quemaba nuestra realidad y nos sofocabamos en nuestro respirar, estabamos drogados con tanto amor y con tanta pasión, excitados a niveles inimaginables.
Una vez que todo terminó, una vez que dejaste los 10 gritos atrás y yo terminará dos veces, nuestros cuerpos se fundieron, al igual que nuestras almas, las cuales se volvieron uno con el frío de la mañana bajo una sábana. la cual cubría nuestros cuerpos ardientes y el fuego de la cama que amamos. |