Lorenzo:
Yo tengo algo que aclararte, la mañana que doña Silvia me dijo que tu estarías acá por siempre, yo le creí con firmeza pues nunca dudé de esa mujer, pero ya han pasado los años y no tengo cinco años como esa vez; se que quizás el tiempo me puso más fea, y mis pecas son más , mis ojos siguen igual de negros, y mi pelo no tiene esos rulos que a tí tanto te gustaban; pero también el tiempo me ha dado regalos, se que no pudiste ir a ver mi presentación de danza, ni estuviste el día en que hice ese dibujo que me querías arrebatar la otra mañana, pero esos días tienen motivos excusados, lo que no entiendo es porque nunca me trajiste lo que con lágrimas te pedí.
Yo se que no volvería a verlo, ni estrechar su corazón con el mío pero yo solo te pedí un poquito de su olor, se que tu eres capaz de robarle un suspiro y traermelo de regalo, se que puedes viajar mucho y nunca tienes miedo, pero no entiendo el porque... dime lo que viste, ¿es malo?, creeme que ya nada es malo después de tanto tiempo.
Doña Silvia me dijo, que si yo quería que el viento tocara mi ventanta, solo debía gritar su nombre, y lo hago cada mañana para preguntarte si lo encontraste, bueno , ya hasta los vecinos me ven con cara loca cuando yo abro los brazos gritando por tí; quizás tu también estas perdido con él o te enamoraste de los cuentos que escribía con canciones...
Se que tu eres libre, y no tengo porque esperar que estes siempre acá, pero ya un día me arrebataste un trocito de alma, al menos ven a contarme algo.
En fin, Lorenzo, ojála mañana vuelvas con buenas nuevas.
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