Y se dio cuenta que, como tantas veces, iba camino a su infancia, sin objetivos, con ausencia misma de este nuevo ser; sin entender el por qué del trayecto... Pero al mismo tiempo y como nunca en sus últimas travesías, iba llena de ilusiones, como buscando descubrir, o renacer ese auntiguo "yo" que había sido sepultado en su interior y como un muerto: olvidado, dejado entre interrogantes y flores las cuales en vez de trazar repuestas hacia la madurez, la hacían ver como una niña asustada entre fantasmas y duendes, los cuales no representaban más que recuerdos y temores escondidos en la niebla de lo oscuro y sin sentido...
Y así se quedó entre sueños, miedos e ilusiones.
Al fin llegó a quel lugar, aquel sitio donde pasó los más hermosos momentos en su niñez; lugar que en su adolecencia semejaba una cárcel, de la cual muy pocas veces llegó a escapar. Y entre esos muros y puertas, (que la sentir su cercana presencia se abrieron) revivió sentimientos, y en esa perspectiva, supo que los sentiientos de otros hacía ella nunca habían muerto, que estaban latentes, que aún le pertenecían.
Por primera vez, después de mucho tiempo ordenó ideas y sentimientos; pensamientos que en ella se iban marchitando...
Algo de madurés llamó más a su cabeza que a su corazón el cual al despedirse de este lugar de sueños y cariños, sintió destrozarse tal y como lo hacía al despedirse de él cuando niña. |