Decirte adiós…
¿Que sentirías si te digo adiós?
Talvez pena, talvez dolor, talvez… talvez no sientas más de lo que siento hoy yo al pensar en decirte adiós.
Aquel río que alguna vez dejé fluir por ti no se extinguió, más bien lo dejé secar, aquella laguna que por el llanto nació, permaneció ahí, muda e intacta esperando… esperando por encontrarte reflejada en sus ondas aún mecidas por la última gota de mis sentimientos, esperando a no herir a otros por el deseo maldito de no querer compartirte, esperando talvez olvidar que alguna vez exististe, esperando reencontrar en tus brazos la paz… en esos brazos… unos brazos que hoy vuelven y me retienen con fuerza, pero a la vez con triste delicadeza. Estás herido… yo lo veo y lo siento, y lamento no ser yo la causa de tu sufrimiento, al menos así en mis manos estría la cura a tu dolor y yo estaría feliz de cerrar las heridas extendidas por mis males… pero no, tu dolor me lo traspasas a través de tu piel y yo como en el pasado, recibo el daño de terceros.
Maldita timidez, estúpido corazón desdichado, seco y desgastado.
Y tú egoísta despistado que vuelves y me tocas, me sonríes y me derrites, sin saberlo con tu daño, hieres a otros que me han querido, que en vano me han ayudado solo para ver como otra vez caigo al suelo hecha pedazos, hieres a otros que buscan refugio en un corazón podrido, podrido por las lágrimas echas de roja sangre, limitadas ahora a una laguna de amargura en la que aún no veo reflejado, ni tu rostro, ni tus ojos.
Al menos mi voz… mi voz es dulce y melodiosa ahora puede cantar y flotar y embriagar el aire con su armonía, con su melancolía, extasiarme con ella y olvidarme de que eres real, esa voz que en el pasado se opacó ahora brilla como estrella en la oscuridad de aquel penetrante rojizo. Pero cuando apareces… ella se oculta, no te teme, pero sabe que debe reservarse el minuto en que sepa lo que realmente quieres.
…. ¿qué quieres?, ¿quieres?, yo sí, yo quiero, te quiero, pero ¿tú?, me perturban tus palabras, pero… ¿qué es?, ¿un juego?, pues ya no quiero que juegues. Todo empezó como un juego, pero ahora me lastimas con tus travesuras.
Quizá… solo … quizá, prefiera continuar con este absurdo dolor, con mi mano meciendo las aguas de mi corazón , fingiendo que en él aún hay sentimientos para otros que no portan tu esencia, que no son tu, pero se parecen a ti, a mi primer amor, a mi primer gran dolor, y seguir con este juego, el juego de amarte y no confesarme, al juego de tocarte y alejarme, al juego de jugar que nos queremos aún sabiendo que a pesar de lo hermoso que pudiese parecer no es mas que una ilusión, corriendo el riesgo de que muy pronto la niebla se disipe y te vea al fin tomando un camino distinto al mío con tus manos entre las de aquella que te lastima… que nos lastima.
Al saberte feliz, yo podré morir, al menos, con una vaga sonrisa en el rostro, y sólo por esta vez será real un sentimiento, mi felicidad por ti. No pediré más que un beso, un beso de despedida, tu adiós, ahora que me voy, ahora que me extingo, que me quedo con solo tu recuerdo…
Adiós…
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