No quiero ni tocarme la panza. No quiero ni sentir que se mueve, ni sentir sus latidos. Los médicos dijeron que no me lo van a mostrar, y es lo mejor.
¡Qué iba a imaginarme yo todo esto cuando el Beto me dijo que me quería y yo me dejé llevar sin darme cuenta! ¡Si hacía tanto que a mí me gustaba!. Yo era tan tonta... recién ahora me estoy avivando, ahora que me encuentro aquí sola, sentada en este banco, muerta de miedo, con esta panza que me parece que va a reventar y me doy cuenta de que no le tendría que haber hecho caso al Beto. Si por lo menos él estuviera aquí conmigo me daría la mano y me acariciaría como esa noche cada vez que me vienen esos dolores tan fuertes. Ahora tengo otro, ¡ay, Dios mío!, parece que se me quieren abrir los huesos.
La chica esa que me habló, que dice que es la asistente social o algo así, dice que el bebé va a estar bien, dice que es un matrimonio que hace mucho que están casados y no pueden tener hijos. Y bueno, va a ser lo mejor, yo no quiero ni verlo, además quiero que me duerman toda, así cuando despierto ya pasó todo y es como cuando me operaron del apéndice. Total, allá en el pueblo, nadie me va a decir nada, mi mamá va a sentir un alivio, ya me imagino ¡ una boca menos che...!, ¡ con todos los que somos!. Yo no podría criarlo, en cambio ese matrimonio dicen que lo van a tener como un príncipe, que la señora ya le preparó el moisés y la ropita y hasta tiene un nombre. Yo no quise pensar en un nombre, le hubiera puesto Roberto, como el Beto, pero ese sinvergüenza no se merece nada.
Ya son cada cinco minutos... ¡enfermera!. No me hace caso... sé que tengo que aguantar un poco más. No veo la hora de que pase todo y se me salga esto de adentro y me olvide para siempre. Y me olvide para siempre...cómo voy a poder olvidarme para siempre si durante nueve meses estuvo adentro mío, si sentí que se movía...bueno, pero también me molestaba cuando quería agacharme para tender la cama o cuando quería levantar la bolsa de los mandados. Y al principio, que me lo pasaba descompuesta mareada y vomitando... al final, no hizo más que traerme complicaciones.
Dice la asistente social que lo van a querer mucho, que la señora sufrió un montón porque no quedaba embarazada y ya le preparó la pieza para él solito. ¡Una pieza para él solito! ¿sabés qué es eso?, no como allá en el Chaco que dormimos todos amontonados y el único adorno que hay es la luna que se asoma por la ventana abierta y eso en las noches de luna llena, que si no, ni eso. Y dicen que va a tener un payasito colgado en la pared y un oso grande como no sé qué en un rincón y que va a ser el rey de la casa, no un guachito más en el rancho. Dice la asistente social que va a tener zapatos y lo van a mandar a la escuela. Yo sólo le puedo dar cariño y eso es muy poco, con cariño sólo, se sufre... y yo no quiero que sufra, además que para qué tengo que andar haciéndome problemas yo que soy tan joven. Yo quiero ir a los bailes, todavía me quiero divertir y un chico molesta; sinó, mirá la Sabrina con diecinueve años , ya tiene tres críos y no puede ni charlar en la esquina con los muchachos.
Dice la asistente social que no voy a poder ni verlo ¡ ufa! ¿ni un poquito?.
Me parece que ya es el momento...¡enfermera...! acá en la camilla estoy más cómoda...¿cómo, no me duermen? ...¿por qué?... ¡ahí sale...!, Dios mío, no quiero verlo...escucho su llanto, se confunde con el mío. Mejor cierro los ojos y que las lágrimas se me metan para adentro; a partir de ahora, tengo que empezar a olvidar.
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