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Se va sintiendo un cosquilleo extraño en el abdomen, una sensación de plenitud jamás sentida y, una felicidad infinita. La música del coche te parece más hermosa y, las notas musicales, más nítidas, más penetrantes. Tamborileas con los dedos sobre el volante ¡Te sientes tan feliz!

Los kilómetros van pasando lentamente, enciendes un pitillo y exhalas el humo con verdadero placer. Miras a través de la ventanilla del coche y te fijas en las miles de luces que hay a lo lejos, apenas distingues lo que son; como un reguero de luciérnagas brillantes que alegran el paisaje de la noche; solo la cara de tu amada permanece grabada en tu mente.

Apenas unas horas han bastado para descargar toda la pasión acumulada, todo el amor reprimido, todas las sensaciones tan celosamente guardadas. Sólo ves su cara. Sientes un escalofrío que te recorre la espalda al recordarla. Todavía percibes sus pupilas clavadas en las tuyas como intentando penetrar hasta lo más profundo de tu mente; amándote como nadie te ha amado. Ves sus ojos cerrados y sientes sus manos acariciándote; un nuevo escalofrío te recuerda que vas conduciendo.

Vuelves a mirar por la ventanilla ahora semiabierta. El aire fresco de la noche parece despejarte un poco. Una rápida ojeada al paisaje para intentar disfrutar de la visión que te ofrece el panorama; como si no quisieras dejar nada sin recordar.

Vuelves a prestar atención a la carretera, pero ahora, no conduces tú. Tu mente vuelve al lugar donde la felicidad ha sido absoluta, jamás sentida, algo que esperabas con tantas ansías que, el solo hecho de haberlo realizado, te parece lo mejor que te ha ocurrido en la vida.

Todavía sientes su boca pegada a la tuya y como sus manos recorren tu nuca; te creías morir. Llevas su perfume pegado a la piel, lo puedes oler a millones de kilómetros de distancia, como algo tuyo, algo que jamás podrás olvidar. Dejas de tamborilear. Tus manos todavía sienten la suavidad de su cintura y, sobre todo, el temblor de todo su cuerpo, cuando abandonado a mis caricias, explota en la máxima expresión de la felicidad absoluta. ¡Es la vida! ¡Es mi vida! Apenas unos gemidos y la mirada de una mujer enamorada que todavía tiembla en tus brazos.

¡No se puede ser más feliz!

También quedan sus lágrimas cuando en el último beso dices: 'Hasta pronto mi amor'. Se agarra a tu cuello como intentando retenerte y, su boca, se pega a la tuya como si en ello le fuera su propia vida. Recuerdas su mirada mientras te alejas en el coche, una mezcla de felicidad y pena por la marcha del ser amado. No quieres mirar pero es imposible no hacerlo. Miras al espejo retrovisor y ves su figura, con la mano levantada deseándote buen viaje; también notas el brillo de sus lágrimas corriendo sus mejillas. No puedes evitar sentirte profundamente apenado y tus ojos comienzan a escocer, ¡La amas tanto!

Sólo dos cosas te hacen sentir mejor: Que volverás a estar con la persona amada y, que todo esto; es para siempre.



Texto agregado el 01-02-2008, y leído por 98 visitantes. (2 votos)


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