En el corazón de este hombre, suele reposar la luz que habrá de iluminar su despertar. En su despertar los suspiros de todas y cada una de las flores que me preguntan cómo gratificar tú presencia.
El viento producto de tu aliento, incita a perderse en tus labios que sueño dulces, para jamás abandonar el reflejo de plenitud eterna incrustada en mi mente.
Por encima de lo bella que pueda ser. Esa reunión de estrellas parece patética. Cuando las escucho discutir sobre cuál de los brillos es más intenso. Atrapado por su hermosura pero aun más consiente, me atrevo a decirles que conozco y ansío un brillo más profundo que el de ellas separadas, de hecho reuniéndolas…
Luego escucho risas, burlas y tonos divertidos. Percibo el problema de grandeza que ya los sabios evitan en su totalidad, pues saben que puede ser su propio colapso.
A simple o compleja vista “depende de quien la vea”, la más aparente de todas se me acerca y con su mencionada confianza. Aclara que exige mi facultad de observación.
Ninguna de ellas soporta mi atrevimiento y se autoproclaman insultadas…
La más aparente reitera: “mañana al concretarse nuestra próxima reunión, vendrás tu y eso que dices, brilla más que nosotras, de lo contrario perderás tus ojos y jamás podrás observar”.
Día siguiente: Mientras todos creen que las estrellas duermen, sé que me observan, quieren saber que pretendo hacer… “les doy gusto” y me dirijo hacia ti…
Te pido de rodillas que me acompañes a observar las estrellas, al principio te muestras un poco en desagrado y con esa actitud mis ojos en peligro. Pero obviamente tengo que insistir. Más por mí que por ti. Al cabo de unos minutos accedes y con ello una esperanza.
Cae la noche y con ella nosotros juntos, esparcidos por la arena y mirando las estrellas.
Ellas… se muestran impacientes y con espadas empuñadas. Las llamadas fugaces, arremeten en contra de mis ojos. En ese lapsus y esperando el impacto cerré mis ojos, pero el grito de agonía nunca se pronuncio.
Abriendo mis ojos lentamente… ¡suspire!
Fue tu sonrisa lo que brillo profundamente, dejando al descubierto la frustración de las presentes.
Aun desconozco las razones para esa sonrisa, quizás la belleza de esa estrella fugaz con intenciones negras, la haya ocasionado o simplemente querías salvarme.
Lo que sí es un hecho, es que brillo tanto tu sonrisa natural que ahora conservo mis ojos y tengo varias amigas estrellas que admiran tu sonrisa igual que yo, aparte de contar mi historia.
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