Raúl era un fotógrafo ya anciano que no dejaba de sacar sus instantáneas en familia, además de competir en todo concurso o festival. Esa mañana despertó sobresaltado para asistir, con retrazo, al concurso Municipal. Las calles vacías incentivaron su imaginación que aún permanecía confusa durante el viaje. Cuando llegó todo comenzaba, entonces colgó sobre el tapiz un abanico de sus más preciadas fotos, mientras el jurado observaba cuidadosamente. Luego los canapés, tragos y sociales se extendieron por la sala esperando el resultado, junto a las fotos y los flashes. “El casamiento de la abuela” en blanco y negro, era una de sus predilectas para la ocasión. Detrás, el reflejo lo transportaba hacia aquella ceremonia que él mismo había retratado en su existir. Se detuvo nuevamente en los claroscuros que hechizaban con su brillo, mientras el jurado vociferaba un veredicto. Había ganado y con su magia, las demás fotografías de color. Entonces los festejos, la música, el aire enrarecido, las luces, el alcohol y la ternura de esa recién casada danzando junto a él en blanco y negro.

Ana Cecilia.