CAP I
“Nunca fue tan breve una despedida,
nunca me creí que fuera definitiva”
(Héroes del Silencio)
Nos despedimos, sin más palabras, de lo hermoso que había sido el encuentro; de lo hermoso del río, contando por debajo su vida; de lo hermoso de los árboles, que escoltaban nuestra caminata; de lo hermoso del cielo, cuando la luna cómplice, nos guiñó un ojo.
Pero no supe, que no sabría más de vos.
No supe entender lo que me pedías.
No supe ver, que realmente, eras mi reflejo.
Y no quise hacerlo.
Suena a estúpida excusa, de esas sin sentido.
Sólo oculté mi pasado, porque no hubieses creído, lo que tenía para contarte.
No hubieses creído, que ya no tenía sentido para mí, que por fin, y definitivamente, aquella pesadilla había acabado.
No hubieses creído, que si conocías mi historia, podías descubrir lo que emanaba el brillo de mis ojos, lo que producían tus palabras a mi antojo, lo que fabricaba una caricia en mis latidos.
Porque yo sí, vi en los tuyos, el espejo que podía notar lo que silenciaban mis labios, lo que atormentaban mis brazos en tu cuerpo, al sentirme derrotada en tu calma; el terrible miedo que tenía mi alma... por que te des cuenta, que habías sido quien despertó nuevamente, lo que me había desterrado el juego y el tiempo. Esos juegos que nunca estuve dispuesta a jugar, pero los he aceptado, penando profundamente su visita.
No supe mostrarte una verdad, porque...
Ocultaba detrás de lo que callaba,
mi sombra encontrada en tus tobillos,
mis manos frías en los escalones de tu abrigo,
mi paz escondida por el temblor de los sentidos.
Nos despedimos
no creí fuera definitivo
y breve
y que nunca...
No supe ver, que realmente, eras mi reflejo.
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