(10/04/07) Escribiré toda mi vida en fragmentos de papel, los más pequeños que pueda encontrar, la escribiré así para que nunca la llegues a encontrar, a leer, a descifrar; escribiré mi vida, y haré lo posible para que ésta no se encuentre en ningún momento con la tuya, haré bien mis trazos, calcularé de sobremanera los cortes y seré meticuloso con las secciones. La del amor estará escrita con tal detalle que seguramente llevará tu nombre en todas partes, mencionado en repetidas ocasiones y en cada una de ellas te entregaré mi alma.
Una vez escrita mi vida, alejaré el lápiz de mi mano, cortaré para siempre mi voluntad, arrancaré mi pasión del alma, olvidaré que las letras me hacen sentirme menos incompetente y jamás, remarco el “jamás”, volveré a escribir. Ansío tanto llegar a esa cúspide para encontrar en mis letras la respuesta a mis preguntas, anhelo llegar a escribir el libro de mi vida tanto como anhelé hace un tiempo compartirlo con la tuya.
Es inútil pretender siquiera que no te pienso, pretender que no te escribiré en aquel libro, si supieras que me haces pasar a actor secundario y te vuelves el protagonista de mi vida, el héroe, el que tiene que ser feliz al final del cuento, sí, qué inútil es pretender, si aún pretendiendo te das cuenta que no pretendo.
Dedicaré un capítulo a tu historia, la que compartiste conmigo, por la cual nunca pude estar a tu lado, le dedicaré mil y un palabras a la explicación absurda del por qué no recibí una palabra de tu parte, del por qué no hubo una sola letra. Remarcaré con paciencia los verbos que me parezcan importantes, los que para mí determinen el final del capítulo y me ayuden a escribir los siguientes, en los cuales te vuelves un recuerdo vivo de un amor que pudo ser, en los que tu nombre se escribirá de manera distinta y en los que tal vez y sólo tal vez reaparezcas sonriendo, con tu camisa a cuadros, tu cigarro en mano y esa sonrisa que me hará escribirte nuevamente.
Sí, así será escrito este libro ¿Si lo publicaré? No creo que a alguien pueda interesarle la vida de un poeta frustrado como yo, sólo algunos escucharán a través de mi voz las palabras que nunca dije en voz alta y que reservaba para decirlas en la oscuridad de mi cuarto, en la desnudez de nuestros cuerpos, después del calor de tus besos. Así será. Je T’aime
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