Me miro y me doy cuenta de que soy del tipo de personas que me da lástima. Soy de esas personas que están solas siempre, que dicen que prefieren eso, pero que en realidad no tienen con quién estar.
Soy de esas personas que no le cuentan sus problemas a nadie por que en realidad no saben qué decir, soy de esas personas que ni siquiera pueden llorar, porque no saben porqué.
Me doy lástima, doy pena, y al mismo tiempo no la doy, porque lo último que quiero es que alguien sienta pena por mí, por eso digo que no pasa nada, por eso nadie me pregunta si me pasa algo, simplemente soy así.
Aunque a veces me gustaría que alguien me preguntara como estoy, si me siento mal, si me siento solo, pero nadie lo hace, nunca. Yo no soy del tipo de personas que se le pueda preguntar eso. Yo soy del tipo de personas silenciosas, solitarias, que sólo dicen lo justo y necesario, que sólo hablan cuando han desecho la mitad de las frases en su mente. Que sólo actúan cuando han pensado mil veces la escena, cuando saben que nada podría salir mal.
Soy del tipo de personas que el resto quiere como compañía, que dan seguridad, que no dudan en decir algo que se debe decir, por muy mal que suene. Pero también soy de esas personas que podrían no estar ahí, que nadie notaría al desaparecer.
Soy de esas personas que sin una palabra piden y suplican a alguien, alguien no para proteger, sino para ser protegido, no alguien para aconsejar, sino para ser aconsejado, no para acompañar, sino para ser acompañado, de esos que dicen con la mirada te necesito.
Pero soy de esas personas que al hablar sólo dicen puedo vivir sin ti.
Soy de los que odian a los cobardes, pero que preferiría saltar a un turbio torrente, sino fuera uno de ellos.
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