A Onirix...
Escúchame, estáte atento... voy a arrancarme la piel.
Iré, esta misma tarde, a la tienda más cercana y compraré las tijeritas metálicas más precisas que existan, sí.
Después me acercaré a comprar una bonita caja, y todavía no me preguntes porqué, no.
A continuación iré al supermercado a comprar un poco de papel de aluminio, elemento clave para mi meta.
...Y por fín me iré a casa.
Cogeré una escuadra, una regla y lo pondré todo sobre el suelo, organizadamente.
¿Y todo esto para qué? – te preguntas –
¿No me has prestado atención unas líneas arriba? Voy a arrancarme la piel.
Me desnudaré por completo, frente a nadie más que yo misma.
Me desnudaré como jamás nadie me ha visto.
Me desnudaré hasta tal punto que, amigo onírico, esto no te parecerá más que otro de tus sueños.
Fuera los zapatos, fuera.
Los calcetines, los pantalones, mis sudaderas, camisetas, bragas y sostén...
Fuera las pulseras, collares, pendientes y fuera también al acero que reviste gran parte de mi piel.
Fuera. Fuera todo.
Ahora bien... abro la boca (has más no poder) me introduzco las manos, tiro, tiro y tiro y empiezo a despegarme la piel. Como si de un traje de látex se tratara, me desvisto como jamás nadie me pudo ver.
Ahora los hombros, los pechos, la cintura, la cadera, las perneras, cuidado con las íngles, abajo las medias y finalmente los pies.
Le daré a mi piel una utilidad jamás concebida.
Bien... pongo el traje sobre el suelo, lo corto por un extremo, con la regla, la escuadra y una pluma y su tintero (por aquello de darle a cada poro un tono poético) creo senderos, figuras geométricas exactas, cuadriláteros perfectos... las trazo con amor, con pasión, suavidad, respeto y miedo... y una vez trazado así el cuerpo entero, me apodero de las tijeras y me desvivo en una carnicería surrealista por lo venidero.
Una vez despedazado mi cuerpo entero, de manera cuidadosa, lo coloco trozo por trozo en aquella caja que compré, sí, aquella en la que te dije que no preguntaras porqué.
Entre carne y carne coloco papel de aluminio, para que en mi viaje los trozos no se me hagan uno.
Que qué viaje...?
Táchalo de locura si es que quieres, que ya hay quien lo hace... pero me harté de no encontrarte al cruzar esquina alguna... así que me arranqué la piel para romper con esta monótona rutina de “te busco y no te encuentro”. Ahora me abriré camino, como Moisés, en las aguas, pero sin nada de ayuda divina... que no soy de fe y los de arriba no me prestan ayuda alguna.
Me iré a la costa, a orillas del Atlántico y allí abriré la caja (baúl de piel casimuerta, semiviva).
Uno a uno iré poniendo, sobre las aguas, mis trozos de piel geométrica perfecta.
Uno a uno. Paso a paso... que la grasa sobre el agua flota, sí, flota.
Empezaré a caminar despacio pero de manera impetuosa...
Pasarán horas, días, semanas, meses... pero no importa.
Llegaré a la otra orilla, exáusta, débil y seguro que poco cuerda... sólo espero intuirte en el horizonte esperando mi llegada a orillas de nuestra costa, sin previo aviso, y me veas salir de las aguas como Afrodita, para llevarte a mi paraíso.
Sin previo aviso... sin previo aviso...
Tú espera...
Sin previo aviso...
Y no dudes en ningun momento por miedo a no conocerme a mi llegada, pues la piel me nacerá nueva, yo seré una pueris_voracita regenerada y apareceré frente a ti completamente desnuda, entera y cómo no, ruborizada.
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