ANAHÍ
Anahí: nombre femenino de origen guaraní
Ana-í Pequeña Ana
Ana-ÿ Ana del agua
ANAHÍ era la hija única de un cacique jefe de una de las comunidades aborígenes guaraníes.
La raza guaraní, que aún conserva su lengua y su grafía, habitaban la zona del noroeste argentino, abarcando las provincias de Misiones y Corrientes, parte oeste de Formosa y Chaco y norte de Santa Fe y Entre Ríos; y junto a la hermana República del Paraguay, esa zona en la época de la colonia era llamada el Chaco Paraguayo.
Cuando los conquistadores extranjeros, llegaron a esos territorios, aquel cacique, padre de Anahì, murió defendiendo sus tierras.
Ella, belicosa e indomable, continuó la lucha guiando a su pueblo, combatiendo al invasor, causando muchas bajas dentro de las filas invasoras. Su audacia y valentía la llevaban a atacar, junto con su pueblo, continuamente los campamentos de quienes consideraban sus enemigos. Lo hacían por tierra y en pequeñas y precarias embarcaciones por el río Paraná. Tan osada fue su aventura hasta que la tomaron prisionera, condenándola a morir en una hoguera (al estilo de Juana de Arco) para escarmiento del pueblo guaraní.
La Leyenda cuenta que cuando el cuerpo de la mujer cacique se consumía por efecto de las llamas, desapareció entre las ramas, convirtiéndose en brillantes y hermosas flores rojas, hasta entonces desconocidas.
Desde entonces, los guaraníes, consideran que el alma eterna de Anahí perdura en la Flor del Ceibo. Árbol cuya flor carnosa y de intenso color rojo, fue instituida como Flor Nacional de Argentina el 23 de Diciembre de 1942.
En su homenaje el músico José Osvaldo Sosa Cordero compuso esta canción guaraní
Anahí,
las arpas dolientes hoy lloran arpegios
que son para ti.
Anahí
recuerdan acaso tu inmensa bravura
reina guaraní.
Anahí
indiecita fea de la voz tan dulce
como el aguaí.
Anahí, Anahí
tu raza no ha muerto, perduran sus fueros
en la flor rubí.
Defendiendo altiva tu indómita tribu
fuiste prisionera;
condenada a muerte, ya estaba tu cuerpo
envuelto en la hoguera,
y en tanto las llamas lo estaban quemando
en roja corola se fue transformando.
La noche piadosa cubrió tu dolor
y el alba asombrada
miró tu martirio hecho ceibo en flor.
Anahí,
las arpas dolientes hoy lloran arpegios
que son para ti.
Anahí
recuerdan acaso tu inmensa bravura
reina guaraní.
Anahí
indiecita fea de la voz tan dulce
como el aguaí.
Anahí, Anahí
tu raza no ha muerto, perduran sus fueros
en la flor rubí.
Víctor Hugo Resina Chilicote
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