No quiero que me reproches
lo qué tú mismo haces,
no quiero discutir,
ni tener que hacer las paces.

No está permitido
guardarse los secretos,
no vale ni las mentiras
ni perderse el respeto.

No vale hacerse el sordo
cuando griten los problemas,
poner cara de circunstancias
y esconderlos con otro tema.

Son del todo ilegales
los comentarios ambiguos,
tener una cara para mí
y otra para los amigos.

No se recomienda ser
más incrédulo de lo que toca,
creerse todo menos
lo que sale de mi boca.

Acudir primero a otras
personas, quedará prohibido,
cuando algo suceda,
primero cuenta conmigo.

No se le quita importancia
a lo que al otro tiene preocupado,
no se regatea con los detalles
ni se ignora el pasado.

Éstas son mis reglas
en el juego para dos,
son mis leyes inquebrantables
para jugar al amor.