En una de las ocasiones en que me había dormido más temprano de lo habitual escuchando las chácharas y anécdotas que se ventilaban en el programa "Tarde pero Temprano", de la radio Del Plata, de Buenos Aires, comencé a tener un extraño sueño. Soñé que estaba en una espesa selva. Me encontraba atado de piernas y brazos a la parte posterior del tronco de un gran árbol. A mi alrededor desfilaban a paso lento varios hombres y mujeres, de rostros difusos, al parecer indígenas del amazonas. Una figura principal me hablaba en un idioma incomprensible. Todas las voces repetían al unísono ciertas palabras. Me daba cuenta que estaba en medio de un ritual. Luego, las voces se fueron haciendo más comprensibles y los rostros más definidos. Eran rostros de mulatos, negros e indios que me rodeaban con sus antorchas encendidas. "Sal demonio!", odenaban las voces; comprendí de inmediato que era objeto de un exorcismo. Logré identificar al líder del grupo, una especie de brujo, quien tenía el torso desnudo y un sombrero de plumas. "Sal de ahí demonio!", volvían a exclamar. El llanto de mujeres y de un sus bebés producía un sonido confuso y aterrador. La oscuridad de la noche era profunda, y los rostros desconocidos no lograban darme consuelo. Recuerdo que desperté muy agitado, con el cuerpo empapado de sudor. Segundo después, constataba que sólo se había tratado de un sueño, o al menos, eso pensaba, en mis primeros pensamientos confusos. Había estado soñando, uf!, qué alivio!, me dije. Segundos de horror viví, al percatarme que, no obstante encontrarme ya bien despierto seguía escuchando, en la oscuridad de mi cuarto, las voces exhortante que salieran los demonios de mi cuerpo. "Sal demonio", "salga de ahí!", repetía enérgicamente el brujo.
Al encender la luz, pude darme cuenta que el radio estaba encendido, y había estado captado la señal de un programa espiritistas brasilero, en los que, en esos momentos, se practicaba, en vivo, un exorcismo. Apagé el transmisor y me dormí aliviado, con un ojo bien abierto, por si las moscas.
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