“La literatura es mentir bien la verdad.” (J.C. Onetti)


(Dedicado a Anémona, por lo que hablamos antes jejeje)



Cuando terminó de tipear el artículo del diario, sus dedos se habían entumecido. El cansancio lo venció unas horas atrás, al estrellar su cara sobre el escritorio. De repente las puertas y ventanas comenzaron a azotarse bajo una tormenta. La lluvia caía estrepitosa sobre los cristales, ante un viento impersuasible, precipitado y húmedo. El influjo del oleaje de las aguas lo llevó a lugares remotos e imaginarios, donde el pasado revivía aquel trauma de la infancia. Mientras, chorros de agua helada entraban por los huecos de los vidrios destruidos. Cuando regresó de esa oscura pesadilla, buena parte de la oficina había quedado sepultada bajo el agua. Se desnudó con manos nerviosas, colgando su ropa minuciosamente en un tendal improvisado. Luego volvió al escritorio para apaciguarse en el reposo. Y aunque todo parecía sereno después de la tormenta, aquella antena metálica de la que pendían sus prendas mojadas, fue el único conductor hacia una oscura realidad...
Sólo el encargado del edificio reconoció su cuerpo electrificado, como testigo de aquel sobreviviente...

Ana Cecilia. ©